relatos, apuntes literarios...

sábado, 29 de septiembre de 2018

y pasas cerca de la extraña rosa


Existe un vacío difícil de                               …verbalizar
(pues no se ve)                                                         es el vacío interpersonal
que se interpone entre los corazones de la gente, mide sus pasos, estaquilla sus márgenes,
margina. Como el dolor que se siente ante un vómito de nada; la nada
sube ácida por la garganta dispuesta a oscurecerlo todo con su premio.

Árboles hay que no se dejan escalar, son inexpugnable hábitat. El pájaro sonríe diabluras,
picotea la mesa (solo en el espejo); para un Ángel es sencillo hollar la cumbre, depositar el alma en un balcón profano,
vivirse, dividirse espontáneamente, espacio y tiempo.

                           Cuánta pena, qué disuasión instintiva; y así, con la música de fondo de Dawn, escribir el panegírico
del aire: tanto aire y nada por debajo. La ciudad es maxipoderosa, por eso el campo, su diversidad
fraterna, el ecualizador nativo y sus funciones. En la ciudad,
el vacío mortifica más, te convierte en un pordiosero de las cosas (vivas), te cosifica en la pobreza.
Y vas rozando la ansiedad perfecta, y pasas cerca de la extraña rosa, te cruzas con el amor de otros y compones tu íntima
miseria, ves bien de lejos con esas gafas nuevas tan originales.

Antes llegaba el momento de ir al trabajo, ahora el trabajo
es pura invitación al arte (NO), es imitación del Ángel: un vuelo corto sin motor, el hermanamiento con la abeja
más buscada, el garbeo peregrino, la caza y el despiste de la pieza. El trabajo consiste en la nula
edificación del arte y sus mansiones, sus habitaciones generales
(sin eco ni cámaras ocultas).

             El vacío conviene                           se disuelve en matorrales de cuidado,
victorias en grado de tentativa, es un corazón violento con todo lo que lleva a cuestas y se enciende:
sangre y vergüenza. Ausencia de reflejo y viceversa; el vacío es la pizarra sin tiza, el papel a secas, la ventana del pánico.
Cuando la muerte agarrota las extremidades de la tierra, vuelca un saco de huesos
sobre la ceniza infinita que cubre la longitud del fuego, la ruta de color que adorna las ciudades.
Hay un exilio difícil de contar en vano, porque viene de dentro
y no retorna jamás.


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