Existe un vacío difícil de …verbalizar
(pues no se ve) es el vacío
interpersonal
que se interpone entre los corazones
de la gente, mide sus pasos, estaquilla sus márgenes,
margina. Como el dolor que se siente
ante un vómito de nada; la nada
sube ácida por la garganta dispuesta a
oscurecerlo todo con su premio.
Árboles hay que no se dejan escalar, son
inexpugnable hábitat. El pájaro sonríe diabluras,
picotea la mesa (solo en el espejo);
para un Ángel es sencillo hollar la cumbre, depositar el alma en un balcón
profano,
vivirse, dividirse espontáneamente,
espacio y tiempo.
Cuánta
pena, qué disuasión instintiva; y así, con la música de fondo de Dawn, escribir
el panegírico
del aire: tanto aire y nada por debajo.
La ciudad es maxipoderosa, por eso el campo, su diversidad
fraterna, el ecualizador nativo y sus
funciones. En la ciudad,
el vacío mortifica más, te convierte
en un pordiosero de las cosas (vivas), te cosifica en la pobreza.
Y vas rozando la ansiedad perfecta, y
pasas cerca de la extraña rosa, te cruzas con el amor de otros y compones tu
íntima
miseria, ves bien de lejos con esas
gafas nuevas tan originales.
Antes llegaba el momento de ir al
trabajo, ahora el trabajo
es pura invitación al arte (NO), es
imitación del Ángel: un vuelo corto sin motor, el hermanamiento con la abeja
más buscada, el garbeo peregrino, la
caza y el despiste de la pieza. El trabajo consiste en la nula
edificación del arte y sus mansiones,
sus habitaciones generales
(sin eco ni cámaras ocultas).
El
vacío conviene se
disuelve en matorrales de cuidado,
victorias en grado de tentativa, es un
corazón violento con todo lo que lleva a cuestas y se enciende:
sangre y vergüenza. Ausencia de
reflejo y viceversa; el vacío es la pizarra sin tiza, el papel a secas, la
ventana del pánico.
Cuando la muerte agarrota las
extremidades de la tierra, vuelca un saco de huesos
sobre la ceniza infinita que cubre la
longitud del fuego, la ruta de color que adorna las ciudades.
Hay un exilio difícil de contar en vano,
porque viene de dentro
y no retorna jamás.
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