Se divide el cielo en dos franjas
opuestas, absorbentes, iluminadas de forma
contraria como por un director de
fotografía; en el centro de la imagen, Jordan camina o permanece
inmóvil, lleva un bolso o va con las
manos en los bolsillos, en su esquina, un gato medio muerto
ronronea o merodea feliz.
Esto es fruto de una mente superior, por
tanto,
atormentada. El suplicio es observar
sin rumbo, de manera desprotegida y salvaje, entregarse al escrutinio
difícil del color y su realización, a
desentrañar el meollo del ambiente y su insólita
cordialidad. Es decir, la magia
contribuye a crear. Las palabras restituyen el fondo del mensaje,
pelean el trofeo de la comunicación,
urden caravanas de contenido inefable.
Está parada (Jordan) en la tierra (o
en la Tierra), detrás de ella crece un jardín, tras el jardín se divisa la
silueta
arquitectónica de una mansión
victoriana, simplemente un ejemplo más del vitalista gótico carpintero,
difuso, pero bien entendido, bien (de)construido.
Da un poco de repelús examinar la tierna
alevosía del paisaje, el poético concepto
que fluye de la escena,
perla de sudor la frente de los
árboles, organiza barricadas de fruta –qué frivolidad.
Controlar al descuido un
comportamiento ajeno a las convenciones y las coincidencias; amar el organismo
radical
de la naturaleza. Sentir el calor, el
rubor, el azogue y la sobreexposición, ese daño del carácter, esa función
renal del pensamiento continuo. Si no
hicieran falta ángeles concretos, discretos, chicos y chicas de la calle,
ricos como la cerveza, negros como un
pedazo del Arte monstruoso del KRIT.
Qué grave el rodaje de la vida: un
capítulo al día. Sin embargo, un reparto
esperanzador, un elenco nutritivo,
actores de segunda fila puestos en fila, actrices secundarias
protagonizando un remake de la
inocencia, figurantes como figuras de una baraja de póquer. La poesía es cosa de
átomos
metidos a poetas; lo importante es no
perder detalle.
El milagro solo ocurre una vez, ni el
rayo cae dos veces sobre el mismo libro, no excava
dos veces la misma sepultura genial. ¿Para
ver un milagro? (chist!): es cuando duele el alma al cantar (los ojos
cerrados, justo
para no ver). Jordan cierra los ojos
cerca del optimismo rezagado del soul. Canta
con un instante de voz y un asmático chorro
de silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario