Preferiría
ser amada (no en secreto),
deliberadamente,
a todas luces, escapar al conducto favorable-fascinante, incidir en la travesía
(sobre
las aguas) del lago. A la ventura, sin distingos, abocada a un silencio microscópico,
desnuda
de pensamiento, colorista.
Querría:
enumerar los átomos, las fuerzas constitutivas e inherentes, denominarlos, a
cada uno por su nombre de pila,
por su
nombre de átomo, signar la cruz en cada núcleo exuberante, sobrescribir su ruta
clandestina.
¿Ser frente de paz o ser amada?: ¡ser amada, ser amada y ser amada!
A los
bises hasta el corolario de las fuentes, hasta el prurito de los hontanares.
Oh, qué tímida
farmacopea,
qué deshidratación del sentimiento, siempre de rodillas
mendigando
su tierna recompensa.
Ella
preferiría ser. Un pájaro. Un imán. La mecánica que anima el carrusel del
domingo:
ruedas
dentadas, ruecas famosas, tréboles. Subida a un árbol descifrable haciéndole la
competencia (a él). En el tranvía
loco de
las navidades, auscultando la vida como un profeta maniatado, oráculo
fugaz.
Ser es lo que hay (que ser), no es opcional, es lo máximo y lo preferible,
lo más extraterrestre
de esta vida (lo menos que se puede hacer).
Morir es verse espíritu sin fragua, subir una montaña. Subir una montaña que no funde
su cumbre en la nevisca,
no sirva
de trampolín de ángeles ni haga mohines con nubes de temporada. El trato
es
falso, aturde como el anís del desayuno. Ella no contesta a los faisanes (¡ángeles?),
no los conoce en profundidad,
no
atiende a su llamada; si acuden con espadas de fuego tan temibles, si tañen
alguna lira espuria,
apenas
filosofa con el hambre que le entra.
Le
gustaría, preferiría (no hacerlo), es su preferencia, su decisión argumental,
su prototipo
sentimental,
su algoritmo severo –y es su prólogo. El área delimitada por la conciencia
surge dentro del corazón, la sangre
resuelve
arterias con su mindfulness, es un fluido aplastante. Pero el amor,
tan
suave, no riza su látigo de hielo; se ve de lejos, arisco y breve, leve y
descosido,
sin
asidero ni alma. Sin alma ni piedad.
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