relatos, apuntes literarios...

jueves, 5 de septiembre de 2019

una sola vez


Hay que leer Una tumba para Boris Davidovich, pero solo una vez.
Hay que leer Una oración por Kateřina Horovitzová (pero hasta siempre).

En ciertas bibliotecas no faltan aquellos libros
sagrados, infalibles; para obtener la noción del mal, no fallan, conservan todas sus páginas,
dobladas, arrugadas, tercas aunque plenas de estilo y algo que podría definirse como orgullosa cosecha
original. Seguir su estela, el rastro autónomo de su fértil compostura, su extremo cultural y político.

Pues en otro tiempo, en otro mundo, la poesía era un arma roma,
débil, un arco destripado y ahora es un espíritu en contra de la ley, bazuca 
antifascista, submarino nuclear bajo el nivel de las elucubraciones estatales, sus carreteras nacionales,
sus autopistas y su neurocirugía criminal.

Algoritmos de configuración avanzada y algo que podría entrañar una espantosa
y destilada belleza, la foto finish del campo de concentración, las olimpiadas del fuego
interior, la deseada luz. El catálogo y la cruz en su casilla concentracionaria,
estacionaria, el paseo walseriano con sus maravillas
y aquel otro lorquiano y final.

Hay que leer a Danilo Kis con los ojos cerrados, dejarse poseer por una sombra, dejarlo que hable en la conciencia
de los niños, que desafíe la autocracia moral de los mayores, el recuerdo
común de las aldeas y los despoblados,
la catadura de las tumbas infinitas.

Olvidar en lo más hondo, olvidarse de la gente, crear un espacio
introspectivo y desafiante, una caballería de ángeles de piel oscura y manos temblorosas. Olvidar
una voz orlada de futuro, una voz enjaulada y real, una voz. Su voz
de ángel, su voz entretejida de silencio bajo el desfile rápido del agua, la levedad del sueño y la onda
despierta en los ojos vacíos de la noche.

Alma y descripción, la edición anotada de un día de verano. Un combinado barroco, un altar de proporciones
miserables, insecticida emocional. Dios ha fallecido en combate, soldado desconocido. Lo mataremos de nuevo,
por si acaso. Lo enterraremos una y otra vez.



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