Si el idioma se encoge (es porque
andamos jorobados). Emily enmascarada instruye un difuso
estancamiento desde el que se apodera de ti. Su música
tiene que ver con la lengua
estrafalaria que la define, con el strangelove y sus pulsaciones, sus pajarillos inteligentes.
Encontrarte con un Ángel –es decir– son palabras mayores,
encontrarte con
ella (RgM) son palabras marcianas, es decir, topar con
ella en un apeadero, un gran recinto
masificado y todo. ¿Qué habría
hecho Emily, tan profunda?
Los poemas se parecen porque la lengua que los da de
carrerilla
es siempre la misma lengua, porque el cerebro que sospecha
es siempre el mismo, circunvolucionante,
estratosférico, infalible.
El poema se atasca cuando tiene que pasar por el filtro
tiránico de su plasmación. Entonces llega Emily y practica
un agujero
maestro, saca una llave allen, una palanca para
apalancar, y mueve el mundo (pero es solo
que se deja (de)
mover).
El idioma es un andén acolchado. Viene el tren; el tren
hace un fragor de mil demonios,
parece un evangelista vociferando su tesis, parece
un timador en el cenit de sus lamentaciones. Y las
palabras van subiendo con un sentimiento
como de vergüenza, como de no
saberse la lección.
RgM hace su aparición en el poema con una llave
inglesa que es como un ippon al lenguaje, una zancadilla
formidable: no es posible
rebatir su estilo ni abrillantar
el suelo de su vanidad.
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