Hoy ha vuelto a estallar el universo. Casi sin publicidad,
sin trucaje ni efectos espaciales.
A veces se despide con un beso.
Dicen que a veces se despide con un ¡bang! que enrarece
el aire y deja en el aire un olor a chamusquina.
Cabe interrogarse por el último
poema, por el último paso de ballet. Entonces: ¿se tuvo
en pie su última novela?, ¿hubo
más de un ladrillo, qué paredes, cuántas manos de
pintura?,
¡¿cuántas manos?!
proyectiles como tiros de gracia, misiles paradójicos de
alcance
relativo. Capta en su radar cualquier operación
paranormal,
cualquier insomnio salido de madre, cualquiera de los
muchos pasatiempos inocentes de las almas,
toda la esperanza, la eterna suma de ambiciones y
despojos.
desaparecido, hecho prisionero por la noche, por las
nubes condenadas y ocultas, perdidas
en cada íntima masacre, cada holocausto interior.
como se cierra un elemento emergente. Contraemos
virus naturales que nos hacen más fuertes, abrasamos el
césped, lo cortamos, nos cortamos las venas,
abrazamos el absurdo de la oscuridad con dedos retorcidos,
silbamos al paso de la historia.
de picas, su as de sombras, ejecutamos una trampa inútil,
tentamos a la suerte, barajamos despacio. Nuestro
verso es el epítome de un recuerdo fallido, es más un
lagrimeo
espeso, hastiado del burdo destello de la renunciación.
Oh, la vida es un remanso
de origen imprevisto, una forma de hacerse notar en la
galaxia. ¿Qué sabrás tú de dios,
Destiny®, si provienes del arte, si has nacido en los
párpados del fuego?
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