Es la ciencia ficción de la literatura, un experimento
anticrítico
hecho al buen tuntún. Más o menos en los albores del
siglo veintitantos,
rebuscando en la basura espacial. Hacerse con un cristal
líquido interesante, algo nítido
donde decir la verdad sin que rebote.
Decir la verdad es demasiado pesado, es de un pelma
vitalicio,
extenuarse con los procesos propios del ser, humanizarse
tanto, es una invitación al desaliento. Huyamos también
de las cargantes cuestiones de actualidad: imposible
actualizarse;
descargarse una aplicación intuitiva e inservible es lo
mínimo, es el mínimo
común eliminador.
Qué avanzados, nuestra avanzadilla, nuestra huída hacia
delante; We Are The
Squad, tenemos un trato con Ilhan y Alexandria, un pacto a través
del espejo. El poema se rebela y adquiere tintes de
protesta
revolucionaria, de tanteo pugilístico, un directo al
pómulo de la reacción.
Se nos resbala entre los dedos, cae al suelo y se mancha
de salsa
barbacoa, se pone perdido hasta los huesos: el verbo ya
no significa, existe como probabilidad,
como espectáculo privado, como intentona y premonición. Sufrimos
una hemorragia
de acentos, una miscelánea de olas veraniegas
duras como palabras fuera de contexto.
En el poema se consideran alternativas, interpretaciones
radicales, se validan los versos con una cruz a la
izquierda; hay un criterio Baudelaire, un crítico
que admira a todos los demás. Nuestra filosofía aparece
desnuda ante las fieras como un cristiano en el circo.
Creemos en la noche que escala constelaciones
y montañas. Hemos perdido el Arte en un apeadero.
Preguntamos por dios
en objetos perdidos y el funcionario nos mira con
desconfianza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario