En el amor hay una adivinanza, una cataplasma que anula
distracciones; te tomas una taza de té –la tacita– y algo
te está profetizando como si te cogiera
por el cuello y apretase fuerte. Algo te está explicando
el día de mañana, algo
explora y descabalga frentes de batalla, utiliza un casco
de minero, un palmo de luz.
esquiva: lleva perejil. No lleva perejil según de dónde
venga, lleva un puñado de besos rebozados o serrados
en menudas barras, lleva un poquito de sal y ya está
demasiado
salado, es demasiado pesado para ti.
e imperfecto indistinguible de la realidad, indivisible
del ritmo de la literatura; en el amor existen
categorías y mercados, mercaderes y mercachifles,
doncellas mortificadas, pajes indeseables, mortificados
peones
eslavos escondidos en el armario de la noche como
profesores de ciencias.
un bólido extraterrestre que se inflama. La tierra recibe
huesos y otras artes, semillas y una gama infinita de
grises, restos de cielo.
y salen como patriotas, como políglotas, entienden su lengua
materna, bracean solos en su maternidad inapelable,
deambulan hasta la madrugada por sus ojos glaciales,
hierven de melancolía.
su nombre. Suerte que la poesía exhibe un gran título en
blanco, contiene
un mal ejemplo, un besuqueo inconsciente, un tuteo
exasperante y un exceso de confianza con la sombra.
Solos el amor y tú en un verso de doscientos kilos
tutelado por un foro de psicólogos
hirientes, solos en el centro geométrico del salón de
baile, bajo la araña celeste,
con el cuaderno apócrifo y la soga.
Between Heaven And Hell, Jacek Yerka |
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