Sorprende el invierno, su ráfaga ardiente, lengua de
fuego y Sol. El rayo
consiente a la velocidad del Arte, se arremolina como una
voz pasiva en torno al horizonte. Hay líneas
paralelas donde escribir un nombre familiar. El nombre
del Sol es una información sin fundamento (habría
que acercarse demasiado).
perversidad. A uno se le mojan los zapatos, los
calcetines blancos, la piel. El campo es un espacio
elocuente que pre-dice la verdad, lleva puestos los
trenes (y los zuecos), lleva puesta
la noche más larga, el conjuro
y la nieve.
infinitas sobre un verdor incomestible, casi doméstico.
Casi superfluo. La nieve
arroja destellos de ferocidad, trazas de Luna.
despojado de tardes de domingo, desahuciado del tiempo.
Ayer era domingo
por la tarde y los trenes llegaban sin descanso, uno tras
otro, deliberadamente. Por los resquicios del mundo
asomaban las rosas, los tímidos grumos de la sangre.
del aire y el puro vuelo de los pájaros, carcome la
inocencia de los árboles. Ah, digerimos la hierba y nos vamos
conservando, mantenemos el pulso, la energía de la
frustración.
antiguo: idénticos hoyuelos, el mismo anonimato (L.A.
Confidencial). Pasamos de sala en sala, recorremos
pasillos, conectamos con la autoría y la representación,
nos aburren los rostros
diferentes al suyo, cualquier idolatría nos distrae de lo
urgente; pues su mirada
es un hábito y afuera la nieve responde al desenlace
de una mañana de
mayo.
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