A qué altura la soledad
es lejanía. Hay un lugar. Detrás de una montaña tan alta, tras un
desfiladero,
al fondo de la noche que perdura, donde las mariposas
cambian de color.
deshabitado ―Shangri-La―, en una zona
catastrófica marcada en el plano con una X gigante, allí, en medio del
campo,
silban los ruiseñores y forcejea la hierba. Se escucha una voz
―bronce y charol―, un espacio se reúne.
vuelan como páginas finales, como abejas instructoras o pasos de ballet. La
soledad
asciende peldaños, construye fronteras en su imaginación y las franquea,
y las destruye después con un movimiento
alegre de los párpados.
un revuelo de silencio, un torbellino; entre acrobacias la tierra germina
y las flores
conducen a la forma íntima del amor, su tristeza
incendiaria.
lejos de la victoria fugaz de la belleza, a desmano de todo lo hermoso
que ha nacido, ajeno
al firmamento que respiran sus labios.
absorbe su latido y lo renueva, no es que ella merezca un campanario, una
revolución de los espejos, su aurora
irreprochable; ah, sus manos que absuelven y renuncian al mundo.
forma una nube y se deja llover de pie sobre el futuro.
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