El cielo es de un naranja
acalambrado, ¿cómo será allí? Sentir en el rostro el aire frío que
retiene
lamentos, ideas, pareceres, sentir esa molestia
y sonreír y observar el silencio desde un verdadero prejuicio
romántico.
no intercede, no se debe a la creación sino al deseo, su belleza es un
punto y aparte en el capítulo
primero de la luz. A la sombra, en plena efervescencia
de la noche, para nombrarla fue concebido un verbo sin espacio, un rapto
en el vacío.
ahuecado por la naturaleza. La música y su maquinaria accidental, sus
gorjeos
involuntarios, la dislexia mejorada de las plantas y el humo vertiginoso
de las almas seguras.
un poco desinflado de nubes y jirones; bajo su égida sucede la vida con
toda la imitación
posible, todos los escenarios habituales: habitaciones de hotel,
inmaculados postes de telégrafo.
alejandrino de un gorrión, verticalmente aupados en la nada que se
balancea y trasciende el pujante negocio del tiempo.
vívido y sociable, sin nada que perder; ah, esta literatura nos
reblandece, debilita el ambiente, nos
hace débiles frente al amor, nos conmuta la pena de olvidar y la
sustituye por un piso en la calle ciento dieciséis
donde ella no está ni sus ojos parlotean
en el frío dialecto de la noche.
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