relatos, apuntes literarios...

viernes, 31 de diciembre de 2021

feliz 2022

 

Vista desde la altura tiene, acaso,
algo de nube sobre el mar, de espuma,
algo que no le resta, algo que suma
belleza a la belleza, algo de paso
 
que siempre va con algo de retraso,
como detrás del viento arde la pluma,
y  tiene algo de sueño que se esfuma
visto desde el abismo del ocaso.
 
Tiene algo de balcón, algo de nieve,
de voz aguda entre palabras llanas,
algo ligero pero nunca leve
 
de voz profunda entre palabras vanas,
algo que se derrama, algo que llueve,
algo como un repique de campanas.



martes, 28 de diciembre de 2021

mensaje en una pantalla

 

Qué relaciones, qué relación. La transferencia
es innata: de células, de átomos, pequeñas industrias
del pensamiento. La mirada influye en el ecosistema,
sustituye a la voz.
 
Qué relaciones; esto es una zoología, una zoofilia, el diminuto
espasmo que conduce a la desesperación.
 
Veréis. Decidle algo a Destiny®
 —qualcosa— y esperad a que os responda (vía email). Dile a D® que las madrugadas,
las estrellas, el pozo artesiano, el funicular. Qué grosería.
 
Escondidos
detrás de una sonrisa, detrás de un cumpleaños,
ocultos como una sonrisa, como el día radiante del entierro. 
 
Luego nos daremos la mano (Destiny®), nos
estrujaremos la piel, luego tendremos moretones en la piel, beberemos
el vino amargo de los años, mojaremos los pies en la fría
corriente de la soledad.
 
Es el mundo el que aprieta. Veréis. Dile al Sol que no caliente,
dile a dios. El silencio es una distinción, no es para todos. Tampoco el arte;
solo se puede tocar, se puede leer, se puede otear
desde la estribación del desconcierto.



lunes, 27 de diciembre de 2021

el nudo en la garganta

 

Miras hacia dónde y te parece que el amor se aparta;
un retroceso, una indiferencia. Calculas el impacto sostenible, la norma
suicida de los besos. Hablas
de distancia y te propones una solución.
 
Si el verbo te traiciona,
equivale a un kilogramo de nostalgia, es como un bocadillo
sin sustancia, es como tú.
 
Momentos
memorables de decisiva vergüenza; algo semejante a adoptar
una mascota y sacarla a pasear; qué pulsión extraña de llevar a alguien del cuello
con una correa (hacia dónde).
 
Si las palabras queman en el paladar, son hiladas en el pulmón
izquierdo, perjudican los bronquios y producen un asma
incomprensible.
 
La ruina encuentra su formato
discreto, su verdadera esencia derruida, el escombro venerable:
es la meritocracia del desarraigo entrando
en un trance superior.
 
Afuera, la gente claudica con elíptica
elegancia; el tiempo se sostiene a hombros de su productora
universal. El poema no te gusta pero accedes
a su estallido con una carcajada inoportuna.



sábado, 25 de diciembre de 2021

estaciones de un viaje permanente

 

Visitar la lejanía es el credo del viajero, avizorar las cúpulas; sacudir el polvo
del equipaje  —la nieve— y esperar
apoyado en la baranda.
 
Desde la plataforma del tedio —cruda
psiquis, extranjero— desde el extrarradio de las ensoñaciones,
se divisa un algoritmo
especular que protege los deseos.
 
Ah, está en Naturaleza
disentir del movimiento alegre,
el escarceo impenitente de las nubes, está en nuestro convenio con el mundo
investigar la sombra de la noche con los ojos cerrados.
 
El viajero especula con el tiempo como un inversor
en apuros, como un inversor pacta con el destino, averigua la fuerza
intrínseca de cada paso en falso, se desploma sobre un colchón de funesta
memoria.
 
En la nueva ciudad, las manos tornan
pájaros insomnes, habitan un cuerpo en desarrollo, una mente
catastrófica. A lo lejos, siempre late otra luz
de parecida insignificancia.



viernes, 24 de diciembre de 2021

de paso

 

Pasar quiere decir de paso, sin pretensiones,
el verso no pretende, su apariencia es banal, vectorial,
provinciana y qué superficial, qué de andrajos y de harapos
lleva encima, y qué poca
cabeza
tiene.
 
Pasamos como semana y media. El jueves
se parte en dos, hace tiempo que no nos estorbábamos de forma
tan urgente.
 
Esta arquitectura se defiende del paisaje, con dificultades:
columnatas y señales de humo (que salen por la chimenea); esta arquitectura
es interior y alardea de un buen gusto
sedicente.
 
Tomamos el té de las cinco un inesperado martes
y la celeridad de la materia todavía se acelera
y sorprende.
 
Estar quiere decir que estamos,
somos casi estatuas dignas. Soñar quiere decir que huimos, que nadie
nos recuerda, que el mundo era una forma de pasar en babia aquellos falsos domingos
por la tarde.



alternativa

 

Todos quieren cantar con Lolo Zouaï, su voz
es un instrumento,
un argumento positivo.
 
Incluso los príncipes; dios está celoso de algunas insinuaciones, algunas
imperfecciones que subyacen al hecho; tanta
humanidad reinventándose,
sobreponiéndose al inevitable acto de la creación.
 
Suponemos una tierra de gigantes, un balneario
(báltico), una subducción de la naturaleza
pura del amor que no permite ajustes (no se deja aprehender como fenómeno).
 
Ni lo habrán notado; la nave espacial
aterriza en un suelo de diamante, convulsiona y, al momento,
fecunda la monotonía, directamente
es objeto del enigma, no admite adornos ni precipitaciones, obtiene
información y belleza.
 
Incluso Destiny®
desayuna más rápido: su voz
inaugura una celosía venturosa entre los elementos, entre el fuego
y los días más claros de la tierra.



martes, 21 de diciembre de 2021

esto es un alma

 

Es la simpleza, el gesto, la manera de acodarse, la noción
de un tiempo en avanzada. Gritas y el sonido
conversa, hablas y la voz se abanica con nudos de silencio.
 
Escribes. La letra con sangre brota del alma
como una facultad, sacia como una historia desprendida del cielo, labrada
por un séquito de abejas
pensativas.
 
Hay tanta superficie. El tiempo se extiende
pegajoso, crece más allá del tiempo, surca un siglo
de oscuridad o resucita
en la mejilla de una muchacha desnuda.
 
Oh, la nieve ha preservado
su color entre los restos de otra Primavera. Los ojos se rifan la sangría de la luz,
orillan su entusiasmo y fingen una cremallera de movimientos torpes.
 
Música y realidad, nada se parece a esto, esto es un árbol,
la explotación de los sentidos, el aura
sentimental; decías que la felicidad no era incorruptible —no andabas
en aquel juego— ni podía comprarse con notas de futuro,
que ni siquiera alcanzaba el efímero rango
del verso que se olvida.



domingo, 19 de diciembre de 2021

oriente

 

Es el radio del Sol, observadlo
en la distancia. Se parece a la noche que abandona
su cuerpo.
 
El exilio te habla
con palabras secretas, frío en la garganta. Su acento es el del hambre
reciente, la soledad de la última calle, en el último
piso de la casa vacía.
 
Caminamos hacia el Este
con un transistor en la mochila, sin pilas de repuesto,
cargamos con el ansia y el espejo roto de nuestros padres.
 
Nuestra sombra es tan plana como el aire
que se encumbra, como el humo taciturno y salvaje
 
Tuvimos suerte ayer,
asistimos al concierto con los ojos cerrados, enrojecidas las palmas de las manos,
y el piano nos contaba una historia terrible
que no hablaba de amor
sino de vida.



sábado, 18 de diciembre de 2021

cosas maravillosas

 

Pájaro / persona, ambos en el interior de la imagen,
interiorizando
la frase. Sentir el viento es parte de una identidad,
es florecer contra la forma,
incluirse en el paisaje y su elegancia.
 
Murió el artista
después de echar una ojeada a la ciudad: será que la miró
con buenos ojos.
 
Las manos de un poeta son viejas siempre,
a punto de quebrarse: ¿cuándo acarició una sombra?
 
Día de fiesta, el pájaro es parte de la música,
esgrime una convicción doméstica.
 
El ave es idéntica a la de ayer; hace un siglo o más que ella
anunció el recorrido de la pluma,
truncó su trayectoria sin un solo cálculo.
 
Ya en el papel
canta el jilguero, otra palabra abandona la pista,
la foto deshojada de un mundo inexistente.
 
 
□▬▬□▬▬□
 
 
 
Dijo el poeta: Yo.
Y la palabra se le queda colgando de los labios como un  trozo de pollo.
 
Hemos visto a la chicas. Habíamos
visto a las chicas, atentos a sus maravillas. Extrañezas.
Locuras con un punto de locura.
 
Las vimos saltar
entre la arquitectura y las llamas, golpear las columnas
intocables de Egipto, visitar las laderas que bajaban al lago.
 
El poeta se atraganta. Con el aire no se sabe
qué hacer.
 
Oh, las vimos por el aire,
irreconocibles.  Y había muchos nombres,
mucha sangre. Éramos Yo y otros muchos nombres. Y ellas nos golpeaban
con sus labios
mientras canturreaban para sí.
 
 
□▬▬□▬▬□
 
 
 
Desde las ruinas se vislumbra
la promiscuidad de las tierras altas, impenetrables y abiertas; los niños
se apoderan de la nieve: la nieve es una fruta
del tiempo.
 
Sueñan los pájaros, vuelan las mariposas sobre una falda de orquídeas, su eslalon
parece cortante, parece incesante, nubla la vista.
 
Acaso el viento
tenga la última palabra. Donde la pluma decae,
blandea el pensamiento, un vigoroso caudal anima
las conversaciones.
 
Tomad el horizonte en vuestra mano,
escribid, escrutad, sellad en el plano un solo fortín, una hoguera
prendida en el recuerdo.
 
Acaso Laura haya
combatido a la Luna con los ojos cerrados,
haya imaginado la noche
de todas las maneras.



domingo, 12 de diciembre de 2021

por la noche

 

Emily se ha fugado de la noche
escondida en un carro de manzanas. La Luna en medio
del silencio acumulaba un runrún descafeinado.
 
Hay una guerra en marcha, los fusiles alardean de método,
significan la detonación, esa materia desdichada. Ni los sueños se acuerdan de ti,
que permaneces a la escucha de la hierba
y sus emanaciones.
 
La poesía no era esto. Era un cabezal, una fresadora, un árbol
combado hacia el futuro, y solo estaba en la cabeza de nadie y en algunos corazones
vacíos de memoria.
 
Teníamos conocimiento
de algunas fantasías, adorábamos el fuego en los barriles,
la curiosa ferocidad de las tardes de otoño. La poesía era el resumen épico de una actualidad
indispensable, una sombra sincopada
acudiendo a las representaciones.
 
Seguimos con el tenedor en la mano, el cuchillo entre los dientes; alzamos la bandera
del Arte con menos suficiencia que entonces, nuestros
huesos chirrían bajo el agua.
 
Bajo el agua, el camino es más cómodo, hileras de edificios lo flanquean,
hilos de sangre que personifican
una rendición inesperada.



sábado, 11 de diciembre de 2021

la sena ave

 

Algo que escuchar, La Sena Ave, una superposición
de sonidos residentes. Es lo que escuchan las chicas
antes de cerrar, antes de cenar para salir a las tantas con todo el bumjakjak de su corazón.
 
Las calles en ebullición y una maraña de improvisaciones
enturbiando el panorama; desde arriba no se advierten las pequeñas
debilidades del sistema, no se atienden las excusas, los altercados se agotan; hay un fantasma
que te acorrala y no sabes por qué, hay un poema que abarrota los altavoces
de la clase con su estereotipo formal.
 
Fentanilo y a correr, la cabeza para dónde, la cabeza baja de los desposeídos, pobres
autómatas al servicio de la reacción. Una novela
americana fondeando en el fondeadero, apeándose en el apeadero, siquiera
forjada en el destino siniestro de las apariciones.
 
Estamos en la biblioteca más antigua del mundo (eso dice el mundo, pero miente), los volúmenes
abultan una barbaridad —nada hondo en la cúspide de una torre
despótica y descomunal. Vel The Wonder hacia arriba;

tratándose de ella, arde el espacio y hasta el océano asciende con el perfecto
colorido de las palabras ocultas.
 
Nadie sostiene el espejo verdadero en el que constan los últimos
autorretratos de la realidad, los próximos segundos de la espera; nadie es capaz de traducir
a Cartarescu ni calcula lo que cuesta un Max Mara en el mercado negro.
 
El piano permanece a la escucha, sobreviene como el filtro
de un cigarro sin filtro, como la sombra de un espectáculo teatral, la catarata que vendrá, esta lengua
que no nos pertenece pero
asombra  y surte una discreta alteración de carácter.


miércoles, 8 de diciembre de 2021

más allá

 

Una gota de belleza contra la entropía
legal. De la naturaleza surge el caos con todo su verdor
irrespirable, su realismo esdrújulo (por no decir). Oh, un acorde poético sobre el piano del tiempo
importa más que toda la noche estrellada.
 
El trazo abstracto del pintor, una galaxia de Pollock, el mal
policía de Basquiat ofrecen su aportación
extraordinaria al equilibrio, más que todos los atardeceres observados en conjunto
desde un balcón griego: resulta que la urna
vale más que el Sol.
 
Decimos esto. El Ángel toma nota, apunta incluso
los latidos de nuestro corazón, registra el fragor de la mirada, la tradición de los dedos de las manos,
la inmensa frecuencia de la respiración de todas las rosas.
 
Agarraos al poema, es vuestra tabla de salvación; lo traemos
dentro, lo llevamos con la correa como al perro, lo salteamos como si fuera un guiso
pascual, nos acompaña al dentista, nos coge la mano
en el jergón del torturador, en comisaría. Vigila nuestra tensión camino de Ekaterimburgo
y más allá.
 
Gritad. El Arte es capaz. Invade de resistencia
los salones de la realeza; el día que se muera no habrá pasado nada. Nadie
acudirá al entierro, ni las campanas doblarán emocionantes. Será que el Arte siempre
es cosa de un pasado impredecible, de otro lugar, que está en el mundo
en vez de en nuestra casa.



sábado, 4 de diciembre de 2021

ayer fueron las siete

 

Hay un lugar para el amor
donde las rosas robustecen su aroma en la discordia.            No lo hay. No hay
lugar para el amor.
 
Tenemos entre las manos un recuerdo que se repite
morbosamente, una constancia en la realidad, un paralelismo
idéntico a las siete de la mañana de ayer, aquella noche de hace 80 años, el mismo frío de efecto
retardado, la misma simulación inconcebible.
 
Soportar la rutina soberbia del deseo,
el cambio que precede a la desesperanza. El Sol ha vuelto a recorrer la línea
matricial del horizonte, las hojas han vuelto a volar
por los tejados, el río.
 
Somos iguales a la melancolía en el fastidio y el pánico.
Comprobamos nuestras credenciales
a cada segundo y el mundo se nos desobedece y el tiempo nos da la razón como a los locos
con un encogimiento de hombros
y paisajes.
 
Aquí el eco solemne de un disparo inaugura el respingo de una formidable
escuela de pensamiento.
 
Las personas vuelan por los aires, sobre nuestras
cabezas rapadas a conciencia; nuestro verso ya no se compadece de nadie, ya no arma
jaleo por la comida, ni busca restos de humanidad en la basura del Arte: algunos piensan
que ha sobrevivido. Debe ser
que ha sobrevivido.



jueves, 2 de diciembre de 2021

la versión del escritor

 

El poema no suele visitar el campo de batalla, por más que el escenario
contribuya a la remuneración espiritual, que la sangre sea elemento
diferencial tanto en su versión corriente como en su fina descripción
coagulada, en su rol figurante de reguero
o de gota salpicada en vano ―mancha
en la camisa nueva―, por más que la pólvora restrinja las posibilidades líricas del campanario,
incluso de la naturaleza, por más que la muerte.
 
Nos topamos con el rostro
emergente, casi vietnamita, ruso (no soviético) del Ángel, su rostro
nada maquiavélico, poco triste, escasamente
romántico (así no es). Ah, el escenario fructifica y se transforma en un ente en pacífico
desarrollo conceptual.
 
Primero el brillo acaece de improviso, un resplandor
comunitario que no precisa del ámbito nocturno, ni del hábito de la conjetura,
sorprende con su feliz economía consciente, es como si un director
de fotografía, como una bombilla espectral enfocando su modesta panorámica, su composición
ideal, su génesis (también).
 
El camino es una calle de la ciudad, el destello, un semáforo
kamikaze, el encendido intempestivo de las luces de pascua, el desánimo de un funcionario
ineficiente.
 
Pero el poema no suele transitar esas
sendas furtivas ávidas de desaliento, no acostumbra a salir en misión
de reconocimiento expresivo por las cafeterías abandonadas y los soportales
místicos; su desayuno es el hambre que viene, sus ganas son una epifanía doméstica, la versión
del productor (la mano de dios).
 
El Ángel parpadea y sus mejillas
aceptan la rosa de la fiesta, sus labios consumen un instante de la culpa
del mundo. Su voz arrastra el cuerpo de la noche
hasta nuestra apagada habitación.