relatos, apuntes literarios...

jueves, 30 de enero de 2020

reconstrucción


Erguido sobre un paúl de flores raras, consumada alfombra,
su retiro de hierba adolescente, el monasterio
asciende fantasmagórico hacia la voluntad del cielo, difunde un polen específico,
asume la responsabilidad absoluta de la creación.

En pleno vuelo, aeronave en ruinas, fingida
estrella, sujeto por cuatro sogas inmortales a la realidad, al mundo, como un incendio, un espejismo
cierto, tronco contaminado por el gas y la ceniza. Desde el suelo,
desde la raíz, el ritual imposible, el mito de la religión
lanzado de cabeza sobre la clara insignia de una luna corriente, un río hablador, Ángel
equipada con el lanzallamas de su fe.

Oh, Profeta Desalmada, libre como el futuro, como la luz en su camino
de espinas; hay un libro raro que habla del ascenso
comedido y visible de la piedra, el vertiginoso encumbramiento de los arcos felices, las columnas
corpulentas, las osadas paredes, y los cuadros.

RgM observa la carrera del Ángel con un escalofrío de serenidad, se acerca a la lumbre y musita una balada fúnebre, el penúltimo coletazo del espíritu; alguien le ha inculcado un hábito
musical que es como un látigo para fustigar la piel salada del silencio; ahora se vuelca
por la banda azul de la galaxia, pisa el centro del campo y burla al sol,
acota un área de castigo para el fuego.

Su poesía crece como un árbol de humo, alza su eco
emancipado y desplaza un volumen de verdad que ocluye las ventanas del pánico.
Habla en nombre del romanticismo que florece a su altura, obra pirámides
en el nombre del alba que aletea su tímido desliz, entre nubes
de acero, inicia la reconstrucción de la esperanza.




lunes, 27 de enero de 2020

luz tirando a gris


Lengua cruda hasta empacharse
y, con la prosa que sobre,
emparedados de hambre, pan de miseria, pan negro, pan sin tierra,
achicoria y estraperlo:
la polisemia de las cosas de comer.

Sale humo del cubo de basura, pero nadie tira la basura,
nadie tiene nada que tirar. El descampado es gris tirando a gris; D® fantasea
su delicada pobreza, esquilma ondas de radio, escatima el rocío, se tumba a pensar.

Quema el aire; hay un eco que comprende un puñado de sombras
elegantes, enigmáticas, y cada sombra ondea una bandera negra, enarbola un estandarte
sombrío, se mece en el espacio que la noche desgrana sobre la ciudad.

Oh, atribuladas calles, el vuelo de un Ángel no hace sombra,
las paredes no conocen su encantador
movimiento, ese giro resuelto de las alas,
esa maniobra de los labios.

El poema se iba confundiendo de gesto, confundía la puerta, el número, la señal
dibujada como un niño dibujaría una casa o un árbol; y entraban en la casa
equivocada, se hacían con la gente equivocada.

Camino del silencio,
el error no cuenta, las manos se convierten en rehenes del cuerpo, el polvo es el espejo que contiene la carne, la voz
salta del pecho como en una fuga carcelaria,
deprisa, deprisa y sin mirar atrás.


sábado, 25 de enero de 2020

toda la eternidad


Toda la poesía: variaciones sobre la ley y el orden. Presentamos
el poemario completo, las terminaciones de la soledad. Esta es nuestra
desinencia, nuestra descendencia, un panfleto descoordinado.

Ya es hora de subir al tren, el hosco de la aurora, es tiempo de matar el tiempo
de una vez. Vuelan las noticias, la claridad
retrocede como un toro en el ruedo, contras las tablas, contra las cuerdas como un púgil
veterano –Ali Bomaye!–, el verbo es un párrafo
borroso en la pantalla del cielo, las sirenas aúllan
incontinentes.

La fiesta acabó ayer. Siempre es como ayer; cuando las cosas se acaban, y se acaba la fiebre, y
la comida se pudre, y solo queda una cajita de silencios
como bombones de café, color café.

Emilie se acuesta mientras la vida ocurre bajo su pequeña
sangre de mujer; y los versos se tuercen empapados, las escaleras viven, son
una república, el jardín es un mundo en otro mundo, los jardines son francamente estrechos,
oscuros, y de ellos brota el agua potable que absuelve a los planetas.

Un vagón que se aleja
y, dentro de él, una nube, un reloj de pared, una lámpara votiva, y dentro de este sueño
una voz que se aleja, un recuerdo pegado a la pared, una sonrisa antigua.

Ángeles que bizquean y rezan el rosario. RgM entre todos los Ángeles,
destacando en la ciudad con su chándal brillante, su redoble, la potestad de su cabello hilado, sus dedos
pulcros, diminutos, cumpliendo su ley de hierro, toda ella
motores y milagros sucesivos, milagros que echan humo por la boca
y remiten al último estallido, el grito unánime de la eternidad.



jueves, 23 de enero de 2020

una sombra sin alma entre los labios


Es una extensión de conocimiento, cerca está la hierba
pálida, cerca, el humo irrepetible, el humo asmático de los autos de choque,
al lado, un color que se complica, el verdín
hiperbolico del Parque con sus sombras color CO2, sombras en 3D,
con tabique nasal, en carne viva.

Por esta rodaja intemporal recién cortada
de la eternidad transita RgM, siempre cerca de algún remanso, de Walden o de un rectángulo de césped,
junto al retumbar de las campanas (esto que viene de lejos, que viene de arriba); aquí
juegan los Ángeles, aquí bromean,
te salpican de sangre.

Son tan hermosas que nadie las ve, seres
ausentes. No salen en la foto de familia, se burlan de la tecnología, abren
puertas místicas, cierran los ojos. Su materia es la del sueño que persiste –infructuoso sueño–, su materia
es onírica y mental, es un green
desmesurado, una pradera en suspenso, otro fenómeno atmosférico; su palabra
es un espejo hostil.

Acuden a ponernos la vacuna de la luz. A explicarnos la sombra que nos guarda, ese yacimiento
inhabitable donde moran, ese cielo que retruena
con la voz de tres mil amaneceres.

Hora de comer: éste es su cuerpo. Hay una lejanía en apariencia,
como un reflejo triste. Ellas en su probador de almas, en el club
de los poetas rezagados, los que vienen con prospecto y manual de estaciones; el delicado
fantasma de Emilie rozando los pasillos con sus pies
intactos, con su ajuar, su camita y su cuaderno de baile. Esta es la felicidad: una sombra
sin alma y un manojo de hierba
entre los labios.



martes, 21 de enero de 2020

termidor extraoficial


Fruta noble, racializada como un copo de algodón, apenas dulce, extraída
como un saco de turba, la chispa de la mina, un sol que obrase de manera extraoficial; este Ángel
no entrega planchas de oro,
frecuenta malas calles, no es un campesino ni responde al canon tísico del medio oeste,
recorre el campo como en pleno vuelo. Sin tocar la tierra.

Qué belleza. Ha cogido una insolación de tanto mirarse en el espejo, de tanto
comer fruta envenenada, es una indigestión emocional, un termidor
insoportable debido al clima y sus metamorfosis, y sus metáforas encogidas de ansiedad.

Destiny finge una coreografía del antiguo testamento, usa
papel apergaminado, crea sellos infernales, sangra un lacre que lastima los ojos,
hace llorar. Su palabra engaña como un sermón, te amonesta
desde la cúspide, suspendida en azul, tachando cielo con las manos llenas de pobreza.

La luz hace deporte en la mirada de dios; esta es la revelación,
el canto airoso, esta es la modernidad anticipada, poetizada y tan real como el sueño de un fan de los noventa,
como el DJ del Jefe de la M, un clérigo adepto a Wu-Tang Clan. Las musas
acuden a la mirada del esteta,
terminan por susurrar documentos que capaces de intervenir en las conciencias, acaban
balbuceando poemas inservibles, un borrador de El Cuervo, otro
inédito de Emily D.

Vamos a escribir en un papel de plata manchado de fruta, una mancha
de fresa con su timbre original, un verso en el mundo,
hecho a semejanza de la sombra que precede a la síntesis de todos los colores, al súbito carmín del horizonte
y al verde peregrino de la profecía.



domingo, 19 de enero de 2020

respirar, expirar...


Se difunden las artes, que si la poesía… También
abunda una especie de barro que todo lo ensordece, marca cruces en el contrato de trabajo,
soluciona problemas. Una especie de fango que todo lo enmudece, moldea versos
sobrecogedores que te hacen volver la vista
doscientos años atrás.

Qué inspiración ni expiración, qué numen, qué arrebato, qué palabra; tan burdo
sortilegio, básico y como descamisado, tan emocionante. Un saber
instantáneo, una premonición
y basta.

El poema se erige (semi)circular y megalítico, otra vez es el anillo de Browning
solo que convenientemente jibarizado y, no obstante,
interminable como solo puede serlo un milagro sin final feliz.

Presentamos a las protagonistas de la escena, las duelistas
desoladas, depravadas, rítmicas,
trenzadas como un río artesano, acaso un poco incómodas por la incomodidad estricta del lenguaje, su impureza
existencial. Un Ángel, habrá. Hay un Ángel D®
realmente sobrio, el cuentacuentos de la eternidad.

RgM se sabe el genio de memoria, inspira multitud de amaneceres,
gran cantidad de mediodías, fúnebres ocasos. Abanderada del tiempo, es el soplo infinito,
el tímido aliento de la mayoría que saltea los caminos,
recibe en los recibidores, sangra sobre el papel falsificado.

Serenidad y estilo;
salir de compras por un pasado libresco, arrasar los estantes del olvido, aprender
a morirse, amasar un fracaso tras otro. El poema resplandecerá como las cúpulas doradas de Bagdad,
como los rascacielos en la orilla anónima del Hudson, será espejo solemne, imagen
de cuanta soledad nos pertenece.



viernes, 17 de enero de 2020

el arte de la indiferencia


RgM tiene el pop; ¡ah, que los poetas no saben lo que es!,
glorifican una belleza protocolaria, lo tienen delante y no son capaces de reaccionar.
Son reaccionarios o qué.

Esa cualidad independiente, insobornable, más allá de la pura
fotogenia y la responsabilidad. Ella es responsable de su plano, obligada ante los observantes,
la aristocracia del píxel y la vida nocturna, los búhos que barriobajean al anochecer.

Sacamos una fotografía en las antípodas del selfie y la foto coral, contraria
al retrato esencialista, es una operación innata
y nada grácil, pero entraña una pose
irrenunciable, categórica, regia. Como frente al pintor de cámara, frente al pelotón de fotógrafos
japoneses aficionados al reportaje tenaz.

Reclinada, inclinada como una torre enferma o un concierto de rap, como una bailarina
de hip-hop –Logistx aterrizando
sobre su encrucijada de silencio, enluciendo la sien de los cristales.

Los poetas no saben lo que tienen delante, obran una belleza
ortopédica (poética), contribuyen al eco general de la tecnología, tan profundos como dos
dedos de agua: seguidores.

RgM tiene el pop y no le importa, si vuelves a mirarla –¡date la vuelta
y mírala!–, si adivinas sus ojos entre el fuego
cruzado de los ojos; oh, es ocioso decirlo; sale favorecida y es bastante
sale todo labios, toda sangre, interpreta una figura ecuestre bajo el cielo lunar ensangrentado
y sonríe en cada letra de su nombre.



miércoles, 15 de enero de 2020

rodamundos


Se aproxima un milagro teatral que nos hará retroceder en el tiempo. El show
de la literatura, el horizonte de sucesos de la poesía, la invención
cacareada.

De nuevo
enfrascados en un libro cualquiera, pasamos
página sin chuparnos el dedo, olvidamos el desierto
y nos acurrucamos al calor de la discordia: nada tan épico como una buena
orientación laboral.

Pesan los cubalibres en la mano muerta
hormigueando de burbujas heladas, coronados por una música frugal, asonantada y técnica; el poema
frecuenta los mejores clubes de la hipocresía, compra donde compran los ases
de la prosa, esconde su renuencia, rima porque
ha de mostrar buena disposición.                              
                                                                   [El poema se comporta,
                                                                   ignora por completo, y eso es lo verdaderamente original]

Es como escuchar algo comercial o escuchar algo interesante, caminar o no hacerlo;
como simpatizar con el viento que remueve la vegetación y forma desolados
rodamundos, imaginar un sorbo de ilusión
sostenida, un cuerpo de madera donde la sangre se empapase de realidad.

Cuando el Ángel surge en el poema,
respira el mismo aire enrarecido, apenas significa, su belleza es
cordial, no necesita intérprete.

Tenemos un verso acorralado en la esquina superior izquierda del espejo, donde no llegan
las malas soluciones ni las insinuaciones directas de la preceptiva, el canon
vacilante ni la aspereza unánime del romanticismo,
solo la formación constante de los desposeídos, la fila india de los que no saben leer,
la grata intransigencia de la élite.





lunes, 13 de enero de 2020

una celda acolchada para el arte


Si el idioma se encoge (es porque
andamos jorobados). Emily enmascarada instruye un difuso
estancamiento desde el que se apodera de ti. Su música tiene que ver con la lengua
estrafalaria que la define, con el strangelove y sus pulsaciones, sus pajarillos inteligentes.

Encontrarte con un Ángel –es decir– son palabras mayores, encontrarte con
ella (RgM) son palabras marcianas, es decir, topar con ella en un apeadero, un gran recinto
masificado y todo. ¿Qué habría
hecho Emily, tan profunda?

Los poemas se parecen porque la lengua que los da de carrerilla
es siempre la misma lengua, porque el cerebro que sospecha es siempre el mismo, circunvolucionante,
estratosférico, infalible.

El poema se atasca cuando tiene que pasar por el filtro
tiránico de su plasmación. Entonces llega Emily y practica un agujero
maestro, saca una llave allen, una palanca para apalancar, y mueve el mundo (pero es solo
que se deja (de) mover).

El idioma es un andén acolchado. Viene el tren; el tren hace un fragor de mil demonios,
parece un evangelista vociferando su tesis, parece
un timador en el cenit de sus lamentaciones. Y las palabras van subiendo con un sentimiento
como de vergüenza, como de no
saberse la lección.

RgM hace su aparición en el poema con una llave
inglesa que es como un ippon al lenguaje, una zancadilla formidable: no es posible
rebatir su estilo ni abrillantar 
el suelo de su vanidad.



viernes, 10 de enero de 2020

jamaicana


Ni mar ni montañas que se precipiten
al mar, ni mundo verde como un kiwi.

             Ni asesinatos políticos ni fama.
             Ni Hombre al que admirar ni bandas por la calle.
             Ni droga en los pasillos de la facultad ni perros policías.
             Ni estilo que imitar ni radio que te suba la temperatura.

La belleza se ha tomado unos días
de descanso (asuntos propios); en la piel se siente ese
deterioro universal, semejante autonomía. RgM ha comunicado
su renuncia al trono, su belleza es tan entrañable que solo obedece a las estrellas,
se abanica con la letra pequeña del soul.

Intérpretes y otras cualificaciones, otros trabajos que desempeñar
(incluso) en el monte de piedad. Ni monte de piedad. Ni verdes colinas verdes como plátanos, grandes
manzanas sin antídoto. La voz es la belleza, la música es. Nunca será posible
recuperar el frío que hace.

Tomar distancia se impone, poner distancia de por medio,
something galáctica, impresionante. La industria paga las almas al contado; hay
una compraventa de materiales jodidamente personales, un lustroso mercado de esmeraldas.

Vacante la silueta del reino, la sombra de una sombra apenas
enunciada, carne en el espejo. En la sábana santa, sucia de tanto amor, se proyecta
la revolución. RgM aparece con todo su elenco victoriano
–toda una misericordia–, bella como un pájaro muerto,
témpano entre unos labios
que se precipitan al aire.



miércoles, 8 de enero de 2020

don de lenguas


A veces, el lenguaje se queda corto, escasea, faltan palabras
y urge acudir a la masiva fecundidad del diccionario, a la medicina y la biología; entonces
se puede combinar la oscuridad original con la jerga
tecnológica, la paranoia inherente a los principios con la saga contable de la ciencia, la hermenéutica
con la cirugía vascular, la semiótica con el cisma ontológico
y su monólogo.

Curiosidades aparte, this RgM se sube al himno de la poesía,
poetiza barrizales, crestas del máximo desnivel; cuando llueve, chapotea en el barro con su métrica
flexible, su aritmética eterna, el testimonio
audaz de sus andanzas, su rumba de altos vuelos, el destino feliz de su aliento
oceánico. Qué vitalidad tan disipada, qué energía
alterna. Sobre el claro oleaje del Caribe, planea con la mente intensa de todo el archipiélago, su ritmo
independiente, su finura.

El sacrificio no responde a ninguna idolatría, es solamente un signo
interrogante. Ella se siente visionaria, es la misionera, la chica emocional. Su hogar
gravita como un monasterio balcánico, con esa flotabilidad y ese despliegue natural, abejas y reinas,
miel y otros prodigios innombrables. Ah, su nombre no pertenece al misterio,
reside en algún portal de la memoria del mundo (no es Chaasadahyah, no).

Oh, pequeña Raggamuffin, enamorada
del sol, todavía algo torpe para el gesto,
algo reservada para el genio. Joven para el verso y la tragedia. Pero desinteresada.

Aprenderás que, a veces, uno no encuentra las palabras
justas para reconocerse y debe recurrir al calado y la hondura de la enciclopedia, al ocioso
poema y su eco salvaje, su eco salvador, su huella disonante, ese rastro de babas y penurias, ese reguero
de lágrimas acerbas, y de luz.



lunes, 6 de enero de 2020

atareada


Acostumbrada al peso azul del mar, al peso
incontrastable de la altura, pareciera que el polvo fuese a anular la magia, que la temperatura
fuera a inmiscuirse entre la fantasía y el éxtasis. La Avenida
gira sobre sí misma, se le agria el carácter, tintinea
sus campanadas de Nochevieja, sus estrellas ninja; qué laboriosa
muestra su camada de cadáveres, la arquitectura
técnica de sus palacios rotos.

Esta perla RgM, esta muchacha infectada de soul, aclamada en el antro
como en la factoría, tiene que ir a trabajar, se levanta temprano
de la mano del Sol, acude a algún lugar, solo toma cuerpo en la mirada de dios,
tan inexacta, tan ferviente.

Su voz es un bote a la deriva, una chalupa, un barco
lleno de felicidad y estreno, sus bodegas, de oro; ¡eh!, que sus manos escapan al contacto, a la pura
misión de la belleza. Si tiene una misión, el Parque
acepta su contrato, abre sus puertas, levanta las persianas y le da la bienvenida
con un resto de dulzura.

Ella trae luz, un tono de piel, una navegación
profunda; tatuada en el iris, desplegada como una bandera pirata,
la luz entusiasmada de la vida, el auge de la juventud, floral y permeable.

Ha guardado un secreto, acostumbrada a la férrea levedad del cielo, a la frecuencia holgada de las nubes,
a la centralidad. Permite que los perros
peleen con su sombra, consiente que la sigan los poetas, que le den nombre a su estilo; ama
la risa fuerte de la noche, la suite
desangelada de las ramas bajas, el ávido flirteo de la hierba,
ama con infinitos corazones, a los vivos y a los muertos. Se levanta temprano cada día
para ir a trabajar.