relatos, apuntes literarios...

miércoles, 29 de abril de 2020

campo atrás




Tras el campo, la tierra se termina,
en esa explanación, la tierra es plana,
el borde está en el día de mañana,
arde a fondo en la noche campesina.

Cuelga su borde de una sed canina,
su fondo trata de la sangre humana.
Tras el campo hay un puño que se afana
en ponerte la carne de gallina.

Los trenes no son cosa del pasado,
vienen detrás del yugo y de los bueyes,
beben oscuridad, burlan las leyes,
riegan de llanto el surco del arado.

Los trenes van a pie, cruzan a nado,
usan el viento y sus alados fuelles,
han conocido el tiempo de los reyes
y saben que se acerca su reinado.

El trabajo es la forma de la guerra,
la guerra es una sombra en el espejo;
vives y pugnas por hacerte viejo:
mueres joven y el círculo se cierra.

Morir es el error: quien vive, yerra.
A cara o cruz te juegas el pellejo
y dando marcha atrás, como el cangrejo,
avanzas hacia el centro de la tierra.

Comparecen cien mil ferrocarriles,
recorren la ciudad, cruzan los mares,
sacuden el imperio de los zares
o atropellan colonias infantiles.

Hay un ruido feroz de tantos miles
de motores rugiendo en los hangares,
y un estertor de marchas militares
y un silencio atizado de fusiles.

El campo no halla límites, progresa;
la luz borda un futuro de ceniza
y el tiempo en un segundo se eterniza
mientras un haz de sombras lo atraviesa.

No hay campo sin dolor, ni luz ilesa
sino la luz del sol –ciega nodriza–,
que, fría como el hielo, carboniza
y, eterna como el cielo, al tiempo, cesa.


lunes, 27 de abril de 2020

por ti


Si dura todo el año –si es eterno–
no parece noviembre. Hay una seriedad docente en el otoño, una exigencia
grave: se exige
caer.

¡Dosificaos!

             La caída puede ser escandalosa, pueden
caer imperios, acaso alguna hoja quebecois, una rama de la física, cierta flor cohibida;
las hojas suelen desprenderse del libro de la vida con una exhalación,
caen por la vía de la exhalación, separadas por un vértice de aliento.

Ah, cuando el espacio se defiende,
arrecia, se alarga como una pista resbaladiza, un duermevela
–pista-resbaladiza / duermevela–. Como toda palabra interesante, todo eco, toda fórmula,
como toda débil luz,
decapitada luz.

Si aguanta todo el año, si pervive, no estamos en abril,
no existe el mes siguiente, el tiempo se reduce a un dócil
impuesto sucesorio, qué diezmo extravagante. Capaz de durar siglos, de construir
catedrales en el fango.

Ayer hizo calor, un Ángel ebrio
se dejaba caer
desde la luminosa plata de sus labios dormidos, desde su trance,
innúmero y glacial. Su espada chorreaba
pronombres: uno por cada alma,
otro por ti.



viernes, 24 de abril de 2020

tu retrato


El polvo ha descubierto tu retrato,
cansado de vivir bajo la alfombra;
harta de andar pegada a tu zapato,
tu sombra ha descubierto que es tu sombra.
 
Ambos, sombra y retrato, te poseen,
ambos son tus creyentes más sinceros,
en tu belleza luminosa creen
y de tu encanto son mudos obreros.

Tu retrato ha salido a la aventura
desposeído de su luz antigua,
en tu mirada un nuevo sol madura,
una certera duda se apacigua.

Habrá otras estaciones, y otros trenes
ajenos a tu voz y tus reproches,
se llenarán de sangre los andenes,
de alaridos atónitos las noches.

El futuro te espera en la memoria
como el amor te acoge en su leyenda;
¡de cuánto desamor se vanagloria
la historia, a cuánto olvido se encomienda!

Paredes desconchadas, crucifijos
sin poder, despojados de conciencia,
madres que no se acuerdan de sus hijos,
una estrella en la piel por cada ausencia.

El polvo ha recubierto tus vitrinas
de oscuridad; cenizas de esperanza
cubren el suelo por el que caminas
y forjan con tu llanto su alianza.

Tus ojos como blancos ataúdes
huecos de sombra, secos y enjaulados,
pero a la vista de las multitudes,
que ven tu corazón a ojos cerrados.

Irán llegando trenes del futuro,
vendrán de algún lugar que no conoces,
y honrará tu silencio prematuro
el eco amargo de un millón de voces.

Se desvanece tu invencible imagen
en el espacio alrededor de un beso:
¡deja que entre las sombras la amortajen
y vuelve luego a ser de carne y hueso!


martes, 21 de abril de 2020

alicia frente al espejo de la deconstrucción


Síndromes de todas clases. El de Stendhal.
El poeta comprueba su chequera
y descubre la monumentalidad circundante. Por fin llega a Rovigo y desacelera,
imprime a su paso una fatiga crónica: en la medianía antiveneciana
de sus calles encuentra el secreto de la levedad
poética.

Con lo fácil que es dirigir la vista
hacia una perspectiva cualquiera de la ciudad, rendir pleitesía
al Arte modificado en las aceras y los edificios que no valen nada,
carne de demolición. La belleza
asiste a su defunción esquemática; sobre el plano, su resiliencia espectacular, su vanidad
intrínseca, su rectitud arquitectónica,
son menos que un borrón en la memoria.

Tenemos una recta que rectificar, una parodia de antenas y semáforos,
cruces y alígeras rotondas, árboles de atrezo, mecánica
fundacional. La altura de las casas: a su altura reaparecen los nidos, un espasmo contrae
la matriz de la lluvia.

Alguien ha visto un Ángel y se dispone a dar
fe; es alguien que tiene fe en la arena del desierto, alguien con la esperanza
de dibujar el mundo en un espejo amable. El Ángel
sigue el curso del río, se despereza con las primeras
campanas del alba, mariscal de un república tediosa.

La línea continúa en su formato
natural, curva y sugerente, propia de un círculo máximo, un meridiano
lunar, cubo de agua sucia del océano –de su trazo, sale un niño
que juega con el viento y queda retratado
en el ángulo recto del poema.


domingo, 19 de abril de 2020

lo que no ves


El aire está manchado de inocencia,
muestra la marca del perfecto estilo;
sopla un viento leal a la conciencia;
hace un día de perros, vamos, dilo.

Hoy hace un día de hace muchos años,
nulo festivo desmentido en rojo,
pasan horas de todos los tamaños,
segundos que unen almas a su antojo.

Las palabras se burlan de su sombra,
el eco diluido en la distancia,
y suenan al silencio que las nombra
en esa lengua muerta de la infancia.

El día va rayando en lo absoluto,
es un día real, de carne y hueso,
cuando llega la noche, da su fruto
en forma de pretérito inconfeso.

Pero tus ojos son una montaña,
el desdeñoso muro que interpones
entre tu luz, pestaña por pestaña,
y nuestros lacerados corazones.

Tu luz, que mira al cielo desde arriba
como la sombra fría de una estrella,
materia que no sabe que está viva,
aunque cueste vivir lejos de ella.

El aire aloja el imponente coro
de las hijas de Zeus, tus rivales;
tu voz convierte su silencio en oro
y su armonía en versos inmortales.

Hoy el día sortea su destino,
surca la cara oculta de la Luna,
esconde algo fugaz, algo interino,
algo de todos que en su luz se aúna.

Sucio de tierra sucia, herrumbre y barro,
como un metro cuadrado de terreno,
muestra el cielo su alma de guijarro,
su desalmado corazón de trueno.

Pero tus ojos son dos ciegas olas,
dos ríos sin hogar, sin afluentes,
una montaña henchida de amapolas
entre lo que no ves y lo que sientes.


jueves, 16 de abril de 2020

lvov


King Princess canta
y alguien repite: ¿quién es? Han pasado los años
(a veces,
los años
pasan de dos en dos). Suena KP y alguien pregunta: ¿quién es? Y han
pasado los años como nubes dramáticas, como
barcos de guerra, dobles de la luz.

Tenemos en mente una ciudad (¿polaca?),
Lvov, extraordinaria. Con su pasado en equilibrio sobre la Historia, con sus retoques
y sus paradojas. Y alguien que lo intenta.

Los poemas siguieron saltando por las ventanillas de los trenes en marcha,
siguieron sonando a programas de radio, a novelas radiofónicas, con su traqueteo
amateur, su divina prosodia. Las mañanas, sin embargo,
escapaban al control, se reproducían
monótonas y pagadas de sí,
eran como autores pagados de sí, de su autoría y su representación.

Tenemos (una) memoria y un libro
de memorias en la mesilla de noche. En la mesilla de noche tenemos un libro de memorias,
otro de Emily Dickinson y otro más. El de Emily
es como la droga que se guarda y se consume despacio
pensando en el mañana, con la mente puesta en el día de mañana
(no en Lvov).

KP se retira y parece que fue ayer. Cuando los árboles
desentonaban y los pájaros iban a su aire. Y las rosas
morían doblándose en pequeños rectángulos de miseria.

Bajo la tierra, húmeda y eterna, pasan los días;
a veces,
los días
pasan de dos en dos.



martes, 14 de abril de 2020

las cartas


Estas flores que ignoran el paso de la muerte,
su contundente peso,
que abrigan en secreto la esperanza de verte
y en secreto presienten tu regreso.

Rápida fue la vida
a desgastar su vértice rotundo,
esa clase de amor que no se olvida
porque dura la parte más alta de un segundo.

Las cartas que escribiste y no enviaste
y fueron pasto de la desmemoria,
las que dieron al traste
con la letra pequeña de la Historia.

(Esconder una flor en una carta
y meterla en un sobre.
Y esperar que el correo la reparta
y el milagro se obre.)

Las deslucidas galas del intangible otoño
sufren el giro anual de tu desvelo
y el roce de los dientes de su blanco retoño,
que parecen de leche y son de hielo.

Saltos de rama en rama, claros trinos,
las espadas en alto de la Naturaleza,
leves salteadores de caminos,
herederos de Alcíone y su alada tristeza.

Eres tan importante
como una Sinfonía de Beethoven,
tanto que ante tus ojos, ¡oh, Beatriz de Dante!,
no es raro que los ángeles se arroben.

Solo tu pluma urgente,
desterrada del tiempo en tiempo y forma,
tiene la vida en mente
y promulga la muerte como norma.

Estas flores del aire y la melancolía
que ignoran las contiendas del pasado
y crecen bajo el mismo fuego de artillería
que vio nacer en ti la luz como un soldado.

Todas las cartas rotas,
todas tus cartas muertas y enterradas:
las que cantan victoria en las derrotas
y las que nunca fueron derrotadas.


domingo, 12 de abril de 2020

sábana santa


Atender a la vida, prestarle atención,
reconocerla entre la multitud, entre la tempestad de convicciones,
sorber un litro de vida, grafitearla en la pared con un espray caducado (huir luego
como si fuera un crimen).

La vida es un despropósito, una exageración,
un despilfarro de vida; desde el nacimiento a las composiciones de lugar, los clínics
sucesivos y enervantes, las posibilidades.

Nada es posible. Es una evidencia, lo obvio
termina por hacerse con el poder. Cosas obvias como la música
central, el sonido auténtico (y otros automatismos). Cosas importantes
como la literatura del canal, el asintomatismo y la celeridad.

Es este escándalo de las aceras
curvas y semienterradas, de los pasos cercanos y su eco
mineral, animal, surtido; en esta claridad cercenada, bajo este sol a destajo, tan infravalorado.

Tenemos el verbo que sube por la pared como un insecto
laborioso y tenaz; tenemos el predicado que renuncia a la salvación, sabemos
que la cerveza es la única salida, el camino
correcto.

Hemos nacido
en la mediocridad, a la mediocridad, nuestros ojos
fantasean una vida molesta, menos nítida, menos consecuente. Nuestros
ojos abultan, retienen una imagen de la soledad y (nos) la presentan envuelta en celofán:
son parte del problema.

Existir es cortarse el dedo sin querer
(cortando el pan), redimirse del realismo sucio y ensombrecerse a conciencia,
voltear la sábana santa hasta que pierda el valor
añadido, sonsacarse las ganas de morir.




viernes, 10 de abril de 2020

arte de magia


Tienes el corazón envuelto en llamas
y a tu lado se agolpa la ceniza;
tu pensamiento como el mar se riza,
como el aire y el vértigo, te inflamas.

Una montaña gris junto a tu pecho,
que a tu lado se agrupa y se sonroja,
ardiente pena que a la mar se arroja
y va ganando paz de trecho en trecho.

Cuánta esperanza se llevó la muerte,
cuánto futuro puesto de tu parte,
cuánta pequeña magia, cuánto Arte,
no por arte de magia, fue a perderte.

Tienes el corazón hecho un ovillo
de dulce sal y temblorosa espuma,
con sangre y agua escribes y tu pluma
corta el aliento con su amargo brillo.

Un río de tu llanto serpentea
entre dunas de tiempo, se vacía,
venero torrencial, perfecta vía,
sobre el mar donde el día chapotea.

¿Cuántos espejos tu figura ha helado?
¿Cuántos ojos se han roto en tus visiones?
¿Cuántas partes del todo recompones
que está todo en tus ojos reflejado?

Tu corazón es una estrella joven
reluciente de sangre cegadora,
sangre que tu alumbraste y fluye ahora
para que los poetas te la roben.

Cien años a la puerta de tu casa
sangrando levedad por cada arteria,
transformado su espíritu en materia,
el fuego eterno en desmentida brasa,

la Poesía fue a yacer contigo
y fue a rasgar el mármol con las uñas
ambicionando la verdad que acuñas
y la belleza de que fue testigo.

Tu corazón envuelto en piel de cielo,
asomado a los tibios ventanales
por donde el fuego entra cuando sales
a desplumar arcángeles de hielo*.


*’Por desplumar arcángeles glaciales’ es un verso de Miguel Hernández.


martes, 7 de abril de 2020

amor


El Amor te ha llevado a su terreno:
entre nubes de sangre, miedo y polvo,
un silencio romántico y obsceno
y una voz que repite ego te absolvo.

Entre nubes de sangre, el Mundo vibra
con el Amor en medio de la nada.
De amar y de morir nadie se libra,
la vida es una muerte enamorada.

La muerte es una sombra y es un rayo,
es el espejo roto del destino;
morirse es rebrotar un mes de mayo
con las rosas que vienen de camino.

Morirse es reventar la Primavera,
montar en tren, subirse a los aviones,
viajar y no saber lo que te espera,
y solo ver pasar las estaciones.

Amar es otra forma de estar solo,
es otra dimensión de estar ausente,
ser herido en el alma por Apolo
(que hiere desde lejos mortalmente).

El Amor te ha besado en tanta boca,
con tantos labios apuntando al cielo,
que ya tu mano helada el cielo toca
y ya besa tu boca alzando el vuelo.

La muerte te libera y te construye
una casa en el árbol del ahorcado.
Morir es aceptar que el tiempo fluye
hacia la inmensidad de tu pasado.

Tú preferiste amar, y preferiste
el Amor a la sangre y a la vida,
e inventaste una vida que aún existe
y un amor inmortal que nadie olvida.

Amar es como estar y no estar vivo,
como sentir el beso de la altura,
es como renacer, hijo nativo
del claro día y de la noche oscura.

El Amor es el tren que nunca llega,
el camino más largo hacia la fama,
es la venda que cura, pero ciega.
Te rompe el corazón, pero te ama.