relatos, apuntes literarios...

miércoles, 28 de abril de 2021

partisana

 

Laura, rayo de Sol. En la frente, el solsticio, el rasgo.
Hace tiempo que no merecíamos la confianza del Arte, que no nos debatíamos. ¿Será la Superheroína del siglo
diecinueve? Es la Musa de la IIGM, defensora nuestra. Es la brigadista.
Nuestra.
 
Con ese cuerpo de metáfora y hueso, esa (sobre) naturalidad, ese protagonismo. Subyace
a lo largo de la Historia, ah, si combatió sobre la hierba ―ilesa― a Roma y sus legiones, si fue adorada
por los pueblos.
 
Ahora la reconocen por la calle, barre el Parque entero con una sonrisa,
atraviesa las fronteras de las bandas como un Warrior. El Parque ha esmaltado su reino para ella, sus gorriones
astutos, los jilgueros del sábado, todos en la misma frecuencia auxiliadora de sus manos,
todos a coro expuestos a la savia del milagro.
 
Laura, rayo de Sol. Su poesía armoniza una zona
extraviada, un patio de vecindad con sus macetas rebeldes, su antena lírica, la cartuja del alba. Su magia
distribuye serenidad entre las sombras, hace felices a las palabras
únicas, sustituye al reloj de la naturaleza.
 
Su boca ha pronunciado un beso
en el aire: es bastante amor. Equivale a una fortuna. Envalentonados los labios,
secretos labios, el sonido absorbente que remonta los árboles y las colinas, que prepara con mimo la comida
del pobre y prospera ante el vértigo, una estrella sin punto.
 
Norte al ras, capa por capa en la coraza del frío,
fuera de los mapas que señalan el horizonte, del mundo que apunta con el dedo
hacia el futuro. Laura, rayo de luz en el desierto, más puro (más pura), más alto (más alta),
y más ajeno. Y más.


Watanabe Seitei,
'Bird on a Persimmon Tree'

lunes, 26 de abril de 2021

teatro de espinas

 

Este idioma es un espectáculo espinoso, puedes tocar
el dolor (con dolor). Este verbo adquiere penumbra, se trastoca. Cocinamos el verso
como si fuera un trozo de vida, con miedo. Esta lengua nuestra ―alta en la escala del pánico―
transpira un sudor debilitante, carga con la sabiduría de la gente.
 
Escribir sin angustia carece de mérito. Nuestra lengua es el miedo, colosal y discreto,
amortajado, nuestro verso es un trance apenas bendecido por las barras del KRIT, un catálogo
razonado de miserias sin límite.
 
Laura ha quedado encantada. Ha salido despedida. Ha huido como alma  
―alma que es. Necesitábamos un refugio urgente, docente. Destiny® nos ofrecía sus alas místicas, su santateresadejesús,
su maríamagdalena: allí nos alejamos. Lejos del mundo
la música se oculta, los nombres evocan el pasado y la ausencia.
 
No necesitamos crítica; nos urge una opinión
molesta, una falta de respeto, un cataclismo moral. Este idioma
al rojo de las emociones, dulce aurora (boreal), autónomo pero (demasiado pesado) algo innisfree, menos real. Nadie
conoce el andamiaje de esta roca que mana y se reproduce
y muere en las tablas de un teatro de títeres.
 
Nota bene: el poema lleva recargo como la lotería de navidad. Nos consta una barbaridad de formatos,
gamas de obsolescencia programada, patrones que confían a ojos vistas en su amplitud
explosiva, puros excesos del pensamiento que ama.
 
Verificamos la parte científica del espíritu y la plasmamos a toda máquina;
crujen los ventiladores, echan humo las rotativas, el aire acondicionado arde como un pequeño
bosque imaginario. Este lenguaje parece insustancial, no tiene
nada que ver con el ideograma general del mainstream, su balbuceo
trascendente.
 
Pero todos se marchan, el mundo hace aguas. Conste que habíamos avisado
del mundo.



viernes, 23 de abril de 2021

báltica

 

Ella procede de un norte sostenido, un fin del mundo personal, un viento picado (Laura ha nacido)
donde el recuerdo es tan verde como el mar y la nieve
aproxima un estuche de hierba. Donde las rocas forman paredes de insomnio. Posee
esa cualidad interna de los cisnes, ese derecho fundamental del lago. Sobre su imagen cae un espejo
gigante, en ella se advierte la fragilidad de los cometas, pende de ella una enfática
melancolía.
 
Tan cerca del cielo, tan al lado, norte que no remonta su inocencia de siglos; muestra ese cuello
noble y decadente, esa cualidad humilde de los cisnes, el revuelo. Existe el frío porque ha frotado sus manos
infantiles y el hielo ha cuajado entre sus dedos, ha nublado su frente. Existe
el frío porque su pelo existe
y centellea.
 
En el cuadro, la sonrisa se le escapa por el borde superior de la noche
perpetua (y sus acantilados). La sonrisa ha sido trabajada por el cincel del sueño, tallada en el mármol
epicúreo, zirconita celeste de hace un millón de años.
 
Qué nación de poetas, qué cuerpo de estanques,
qué corte de planetas exigentes. Ella sale corriendo, su ciudad es el mundo volcado en el espacio.
Su ciudad es un carmen, una lujosa sala, un palacio insurgente, la antesala vibrante del silencio.
Sale como un alma, como una fuerza de la naturaleza, con esa misma fuerza de la naturaleza que presiente
cielos estrellados, estallidos, sufre raptos de consciencia.
 
Con ella, vamos al norte, donde alivian los dioses su afectado tormento y las risas se escuchan
tan afuera que parecen extractos de otra soledad más pura, otro firmamento
adelantado, otra estrofa perdida. Relinchan los caballos del arte, silban su extensa
monotonía, han sido testigos. Ah, Laura, tu belleza duele como el día de mañana, quema como el aire
que respiran los muertos, nace en la virtud de los relojes, arde
en cada sombra que fecunda la matriz del alba,
                                                                             se parece al instante de la muerte.



miércoles, 21 de abril de 2021

nación

 

Ella limita con los siete mares
que al horizonte rinden su pureza
y también con los cráteres lunares
donde la luz del cielo se tropieza;
 
al norte con los círculos polares,
al sur con la mitad de la belleza,
al este con el Sol y sus telares
y al oeste con más naturaleza.
 
Ella no tiene límites, no existe,
solo es posible en la literatura,
entre las líneas de una historia triste;
 
allí, sobre la cima de la altura,
limita con la bóveda celeste
al norte, al sur, al este y al oeste.


Jonathan Green, 'Sisters Homestead'

martes, 20 de abril de 2021

contemplación

 

Dentro del mismo cuerpo
dos visiones distintas, dos figuraciones, una consciente, una que piensa y otra que vive,
dos versiones distintas, no complementarias, independientes. Una que piensa.
 
Destiny® lo comprende, tiene los ojos rojos de tanto llorar;  le interesa la muerte, siente
que la parte pensante ya está muerta.
 
Ah, la rosa está mustia de tanto llorar; la Primavera ha comenzado con un estallido de disolventes y ácidos,
un procesamiento intensivo de la realidad.
 
La escena: una muchacha alta y majestuosa, su cuerpo ocupa el espacio
siguiente (una situación embarazosa), su proximidad es siempre accidental: has de tener
cuidado de no chocar con ella por la calle, también en el Parque (está prohibido soñar). Ella
pasea por el Parque con un sexto sentido cogido de la mano,
estriba, aterriza (aterroriza), tan absorta, sus ojos azules manifiestan un batir de alas, un llanto
crepuscular y ajeno, una formación de Lázaros.
 
Estamos en primera fila viendo pasar la vida, en butaca de patio; vemos
manejarse a las personas con actitud responsable, manejarse a los gatos, manejarse a los perros, a los automóviles,
los planetas, ¡las mariposas! Vivimos este mundo manejable que no nos acompaña, nos evita, nos globaliza
dentro de un mismo cuerpo.
 
Destiny® no se arrepiente de su alma,
desnuda su luz comprometida y visible. Ahí está el piloto encendido, la llama
inextinguible de la soledad inmensa y sus prisiones.
 
Vemos la pauta geológica del mediodía, su artesanía
intacta, el barro que constituye su aliento, el aire que constituye su risa, el nítido fulgor
de la distancia. Y nos tranquiliza el tacto secreto de la noche, y nos desampara y nos absorbe, nos encierra
dentro de un pensamiento sin nombre, de una acción
insospechada y mortal.



sábado, 17 de abril de 2021

como la noche

 

El cielo y las estrellas, un poste de telégrafos, Kareem Abdul-Jabbar.
Una montaña y un segundo piso, un jilguero en su rama, la lluvia en general. Ejemplos de grandeza,
territorios pelados, ariscos campos de batalla de la geografía. Decir que ella es geográfica
porque no sale del trabajo a las ocho de la tarde. Que es
geométrica porque multiplicar su base por su altura produce un resultado
comercial.
 
Empieza por el pelo animado y visible, observable como una Región O,
un pelo vestido de domingo, bien peinado, mecánico pero sangrante (la sangre no tiene que verse, no es necesario).
Digamos que escucha a Lucky Daye (todo el mundo quiere cantar con él). Que siempre
tira para abajo, mira para abajo, anda cuesta abajo desde la tundra y las prosaicas rocas
groenlandesas.
 
El cielo de mañana por la tarde, la Luna en su apogeo
literario, la morbosidad de los planetas; cualquier tipo de vida
extraterrestre, cualquier noción de la aeronáutica o el alpinismo. El premio de la montaña del Tour de Francia.
Sus labios pertenecen a una aguerrida
materia histórica, son conquistadores por conciencia, su ruptura
funde la topografía del aire; cárcel de su lengua madre, hogar de la inquietud.
 
Digamos que escucha a Luz (Luz Corrigan): todo el mundo querrá
cantar con ella algún día –también Lucky Daye. Sus manos flexibles, sus piernas,
extremidades tan extremas como la propia luz del Sol, tan de extrema gravedad, exuberantes,
dobles como vuelan las hojas de los árboles, como retoñan flores en el campo.
 
El cielo y las estrellas, los Ángeles y el verbo. Algunas maravillas;
desde todos los ángulos fractales, desde cualquier melancolía. Vista por la ciudad
de las ciudades, Gotham incalculable, calcinando el asfalto con el bote suave de sus pies de aguja,
alta como el espacio que retiene la noche en el vacío,
como el silencio que atruena por todo el universo.


Christopher Buck, 'Golden House Nocturne'

miércoles, 14 de abril de 2021

al norte de la realidad

 

Limita al Norte con la pureza, organiza el secuestro de la tierra
virgen; hasta el Sol parece increíblemente
despojado, rayos como autopistas repetidas, ritmos que abundan en la infamia de las especulaciones.
Somos libres. La libertad comienza por, es un abuso
específico de la ley, sucede a un deslizamiento frontal de placas tectónicas americanas,
un fraseo genial con dedos de lava fría.
 
Al Norte sabemos lo que hay, hay un desplazamiento al rojo de las navidades,
una satisfacción incorporada. Los trámites navegan fiordos; sacamos la entrada para el espectáculo
natural (pero hoy cancelaron la función, hoy solo lluvia: una burda estimación del trozo de planeta
que nos corresponde).
 
Oh, Naturaleza viva,
fehaciente, Mayúscula vitalidad infatigable; gente que cliquea por la calle
con el iPhone caducado, sin las ideas en regla, sin una identidad sexual ad hoc. Asombrosa
gente que conoce a Joy Crookes (su voz nocturna) y la atesora o asciende a algún que otro significado
profundo (gente artística: ordinary people).
 
Qué personalidad; la altura definitiva es importante como un bálsamo,
inaudita como un sacramento administrado a desho(n)ra. El frío debe continuar, es cool. Hielo y parques
de atracciones, pistas de hielo, potras y caídas de impacto. Un nombre
intacto entre tantas pisadas diferentes, camino hacia nunca jamás.
 
Ahora vemos árboles de distintos tipos, altos como rubicundas muchachas boreales; su naturaleza
es ejemplar, promete sensaciones al filo de la inestabilidad
molecular, dulces pérdidas de entropía y noción. No existe el fracaso en su mirada, ella
es sanadora y filantrópica, practica la hipnosis, es práctica sin ser condescendiente. Ah, y su familia guarda
parentesco con cierta rama metafórica de la razón pura, cierta
esencia inafectada, semejante concepto de la convicción y el éxtasis, tal
belleza dominante. Así sea.



lunes, 12 de abril de 2021

el aura

 

En el cielo florece el Sol, el aura
de tu liviano corazón florece
en la distancia entre tus ojos, Laura,
 
y la nostalgia que les pertenece;
tu nombre en el espacio que descansa,
y en el vacío que trabaja y crece,
 
entre la fiera rosa que se amansa
y el manso río que tu voz inunda
de tierra dulce y mar que no se cansa
 
aunque tu voz a pleno sol lo hunda
y tu silencio a gritos lo rescate;
este cielo metido en una funda,
 
puesto a la venta en un escaparate,
donde florecen nubes y contornos,
y la luz es un arma de combate,
 
donde la sombra bulle de altos hornos
y los Ángeles ganan en altura
pero ceden el aire y los adornos.
 
Los jilgueros que ciñen la espesura
silban tu nombre, Laura, alegremente
y su canto es la vida que fulgura
 
y nada como un pez contra corriente.
La vida es para ti, dura y entera,
tan cierta que no sabes cuándo miente
 
–es una mentirosa de primera–,
tan falsa que no sabes cuándo el beso
del tiempo para siempre la exonera.
 
En el cielo ya aguardan tu regreso,
embajadora de los Principados,
los que son como tú de carne y hueso
 
y los que son espíritus sagrados;
en la tierra, la noche que te ama
con todos sus luceros alineados,
 
capaz de ver tu rostro en cada llama
que puebla su horizonte de tormentas,
noche que sobre el mundo se derrama,
 
por la que va la Luna llena a tientas
y los pasos se pierden hasta el día;
¡qué luminosa oscuridad alientas,
Laura, desde tu amarga lejanía!


'Lake Sevan by Night', Georgii Bashindzhagian

oliver twist

 

El campo ha completado una desviación típica, ¡ha vivido
tanto! Esta vegetación cuantifica la sequía, es el mundo tras el huracán, tras la furia
desatada de las aglomeraciones.
 
La existencia trama un big rip que no se reconoce a sí mismo, es un espejo
culpable. Los amigos se agradecen los servicios prestados y pasan a mejor vida, la familia
condena al destierro (como única misión). La gente pasea
por el Parque con la decepción instalada en el rostro, solo los jóvenes tienen tiempo para desaparecer de la foto
familiar, para desvanecerse como ráfagas de luna.
 
Flores sin apariencia de flor, signos sin contenido, figuras
rotas esculpidas en el sembrado, cosas extraterrestres desperdigadas por ahí. Chicas de La India,
físicamente perfectas, sus ojos industriales forjados en la fábrica del sol.
 
Tirado por los suelos, el libro es un desastre, el viento pasa las hojas, se detiene en la página
número 1.000 y vuelve a comenzar. Eternamente. En la estantería de la biblioteca, en la librería
de la esquina, el libro florece a voluntad, por su propio
autismo literario, nadie lo toca, pero arma un paraíso de soslayo a través de los tupidos ventanales.
 
Trenes veloces surcan
la endemoniada red de corazones, lanzan el humo dulce de la soledad,
son un recopilatorio de la tristeza del género humano.
 
Ocurren transiciones trascendentes, se completan
como puzles animados, te rompen la cabeza en pensamientos vacíos, ideas que fortalecen la teoría del todo. Hay
campo para siempre, su extensión es la de un universo
en forma de silla de montar, de membrana o, tal vez,
de niño abandonado.



martes, 6 de abril de 2021

testigos del amor

 

Para la poesía, ya no tenemos palabras, nos duele este lenguaje
transitorio, escarbamos en la guerra de nuestros antepasados, vigilamos el cielo. Ya nos crujen
los verbos en las manos, la factoría produce un humo ignorante,
desinformado.
 
Andamos preocupados por el Ángel de turno; Destiny® finge
como siempre, ausculta nuestra fantasía disfrazada de drástica facultativa, se muestra hospitalaria,
no obstante.
 
Hay Musas en este universo (¡hey!), las hemos visto,
recónditas y humildes, tropezando en las ascuas, dominando nubes y contornos –Laura
es obediente, considerando la altura de su altura,
su meticulosa introspección.
 
En el poema sale el Sol, hace calor entre líneas, la paja conduce al trono del significado, la caverna
bulle de privacidad y encanto, los ojos se adaptan a la oscuridad y entrevén
tormentas azarosas.
 
Fuera del verso, el Arte ha reiniciado su sistema, se comporta de forma
inoperante, como haciendo gracia. Gracias a dios, la belleza ha tomado las riendas de la profecía,
administra adjetivos y actos de fe. Algún día veremos la luz.
Seguiremos hablando sin nada en la cabeza,
sin miedo a las estrellas que nos guardan.
 
Ah, creamos el don, nos atosiga desde la infancia, hemos creado
un monstruo indescriptible que nos ensalza a cada paso, escribe sus memorias. Pero ahora que lo hemos
olvidado todo ella nos observa desde su atalaya
y vuela hacia la conciencia que nos falta.
 
Ahora somos testigos, público apenas, meritorios en la plaza del milagro, gente
que padece enfermedades prosaicas y cree en el amor a ojos cerrados.



domingo, 4 de abril de 2021

santa inmadurez

 

Lo que florece en el cielo es diferente a la flor,
se llama una mirada y transmite la calma de las grandes
estaciones, la paz de los pequeños desperfectos. Fundamental es atisbar la germinación
espontánea de materiales felices, se supone que una columna de pórfido
resulta maleable en manos del escultor
apropiado, artista del cincel y la palabra; pues el verbo consuma su aplicación metamórfica y da lugar.
 
Lo que acontece en la tierra, debajo de la tierra, a dos metros sobre la sombra
de la realidad, es necesario. Parece una fortaleza inmóvil, vehículo para el lucimiento de la naturaleza.
 
Estudiamos el tejido del cosmos,
hemos reducido la distancia precisa para las elucubraciones, pero carecemos
de la energía imprescindible, nos movemos a cámara lenta entre gigantes de pasos misteriosos,
dioses livianos.
 
Ella prosigue su camino hacia la luz profana de la medialuna, se acerca
a la primera escena del drama con un vestido atareado, su estilo
deportivo o de alondra, su maravillosa diacronía. En la mano, una rosa inestable, sujeta al principio
de incertidumbre del lenguaje poético (siempre viva en el verso).
 
Lo que sucede en el cielo es parecido a un intercambio de rehenes, semejante a una estatua de hace tiempo; Laura
cruza las manos, los labios, la cintura. Se mezcla
con la claridad indescriptible del último poema: como describir una paloma, interrumpir un grito
(solemnemente). La puerta yace
abierta en tres sentidos, su influencia suena como una melodía
desierta; ah, nos gustaría volar, tenemos la nostalgia, solo nos falta un toque
de santa, desafiante inmadurez.


Jana Brike, 'The Witchlight Hour'

viernes, 2 de abril de 2021

patrimonio

Es la media sonrisa, los hoyuelos,
el cabello que esculpe la estatura,
son los ojos al norte de la altura
obrando paraísos paralelos.
 
Es la geometría de altos vuelos
que el cielo de los labios prefigura
(y es su más delicada floritura
la que deja al amor muerto de celos).
 
Es la luz clandestina de la tarde
que solamente en su mirada arde
y solo en ella su fulgor restaura.
 
Es la restauración de la alegría
y el modo en que el silencio se vacía
cuando se llena de su nombre, Laura.

Ella no, su karma es puro
flow, su gargantilla de plata, el mármol de su movimiento. Ella y el cantante de góspel,
qué pareja inédita. Sus familiares tan lejos por el mundo.
Sola en los confines de la naturaleza, entre desconocidos
cármenes y desfiladeros.
 
Como ella, no. Con su carnet metalizado, manteniendo la suficiente distancia narrativa.
Aparece con su moño personal, su plática interior. En la frutería
agradece las palabras y los hechos, la épica. Es una aventura
diaria, un descubrimiento: no ha descubierto el amor.
 
Ama desde la mesilla de noche, desde la cama con unas décimas de fiebre, físicamente
aturdida, noqueada por el aire. Su máscara principesca
dificulta la identificación, puede confundirse con una mariposa
o una mujer intensa. Puede difundirse una imagen errónea de sus intereses. Oh, pues ha fabricado
una cadena de chocolatinas fundidas en negro, una preciosa
baratija de silencio.
 
Junto a cualquier árbol
consciente, produciendo cerveza y minerales, rápidas combinaciones. Su verso
aproximadamente causa una imaginación por habitante. Demasiado probable, una sobredosis
de integridad, un espejismo fotográfico. No hay cuestión, su juicio
interviene la materia, su mirada persiste.
 
La poesía contiene un mar de sombras, arma
su quimera con piezas de plástico y mimbres informales, rayos de luna y voces
acusadas. Ella no, su cuerpo es pura industria de la aurora, su cuerpo es pura cima; su nombre es Laura y acude
a la mesa del Arte con las manos vacías.