El amor es enemigo del campo, busca cómo
desinfectarlo, cómo urbanizarlo, quiere
sacárselo de encima a toda costa; el amor no
construye vías para el delirio, no acaricia
huesos ni atesora las cenizas del tiempo.
Ha oído
hablar del amor al amor del fuego y mientras los cuervos, pájaros insomnes, mirlos
blancos
discutían
la propiedad de la altura; así ha conocido una propiedad del amor que es el
beso. Ha probado
a besar
un árbol, también ha besado una gota de lluvia, se ha besado en el espejo hasta
dejarse
la piel (y los chicos al verla sonreían con familiar resentimiento).
Parece que el campo se extiende en todas
direcciones de la realidad, también incluye un nexo
temporal que se distancia, es un cubo gigante
que alude a la eternidad y el inconformismo. Parece un reto descubrir
la topografía exacta de la materia, aprehender
el higgs correspondiente y darle cabida en la razón,
proporcionarle un nicho en la inteligencia. Las
estrellas son nudos gugolplex, se desarrollan como si se megadesarrollasen,
mueren en un suerte de cuerpo a tierra metaliterario.
Para ella
el amor es un espacio curvo que interioriza el vacío, crece dentro de su
corazón,
crece
dentro del cuenco de sus manos, crece como la hierba, como una torre Eiffel
desangelada. El amor es una torre de humo,
un
espejismo delineado por el hambre, por el Arte, por la soledad. En esencia, el
Arte
ha
creado el amor, lo ha rediseñado, lo ha moldeado conforme a sus propias tablas
de la ley, le ha prestado la luz del compromiso,
la
inmensa dote de la miseria humana.
Pues el amor es decididamente contrario a:
un vademécum de insectos
ciertas variaciones sobre la
inanición
la solemne pesadez de los perros
guardianes
la integridad terrible de los
roedores
el escozor insoportable de la
privación sensorial
el frío
Y entonces
se pregunta si esta vida ajena a la condescendencia del deseo, esta vida misma
que roza el sufrimiento sin tocarlo
(escucha
el viento con auriculares), este sueño que derrota a los sentidos y se abrasa
en el caldero de la literatura,
este
afán de resistencia, este poder tan nuestro que gobierna hasta el derecho de la
sangre…,
si este
Amor que la inflama de delicados seísmos e impuras redenciones, esta noche que
funde
su carne
con el cosmos, no alumbrará también en su arrugado seno la semilla del horror
y la
vergüenza.
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