domingo, 30 de junio de 2019

insuperable


Opositar al Certamen Seudónimo del Parque. El poeta se presenta. El premio es tan secreto
que (casi) nadie se presenta. El poeta lleva a su ángel de la guarda, lo lleva en una mochila o en un MP3;
Destiny es un Ángel mayor, no está para insignificancias. El poeta va con un pequeño
ángel de la costa oeste del Park. Es una suerte, porque
sus metáforas son insuperables, es una suerte, porque su belleza
compite con la de las mariposas.

¡Eh!, nombrad tres rosas amarillas, nombradlas por su propia asignatura. Alguien
ha nombrado una rosa por su nombre de pila, debía ser un ángel de la costa oeste del Park. La rosa
funciona con su nombre de estrella pero en caída libre,
desordenando el cielo.

Fumar es como dejar una estela, es como caer soltando humo. Hay que elegir bien
el fondo triste del poemario, su lirismo
aturdidor, su parafernalia insuperable. Este pequeño ángel solo dispone de un toque de gracia,
solo un golpe de gracia y un toque de glamour: su personificación del canto
en un solo fulgurante.

Las chicas nacen en el corazón del baile y juegan con ventaja, una ventaja
vintage e insuperable. Sus versos concilian y se reconcilian, urbanizan millas cuadradas de indolencia vernal,
el campo a través de los sueños más desconcertantes; su música
desprecia la emoción, inaugura la implosión de la naturaleza ante el filón del Arte.

El premio es el Amor. Será entregado por un Ángel mayor de belleza
extranjera y turbia biografía. Y las flores vestirán sus inmóviles galas y harán gala de su infantilismo
frente al verso. Y el verso anunciará un nuevo itinerario sin estación de invierno, la destrucción
de la noche, el verdadero nombre de las mariposas
y el rapto de la luz.



viernes, 28 de junio de 2019

más de 2 árboles


Manía con la estilizada precisión. Donde estén las barras
del rap. La clave del milagro: lo literario apesta, molesta, apabulla, la clave del milagro
es la metodología, la anticipación del resultado; el prodigio se gesta,
bulle y se gestiona, hay un orgullo en él que representa. Manía con el tantra
oficial de los crupieres, su predisposición a las casualidades.

Más de dos árboles es
Parque, se reproduce y muere. Llevan los pantalones caídos, sus caderas
reciclan el papel pintado de las cafeterías abandonadas, enderezan crucifijos, cotizan a la baja
en: cementerios, bazares, casas de apuestas. Las chicas van capitaneadas por un Ángel con baja
autoestima, expulsado del instituto celestial (como si dijéramos).

Esto es hip-hop en uniforme de trabajo, una ratificación del gusto por el buen comportamiento,
el espíritu contradictorio y sus metaficciones preferidas, su indisciplinada
querencia por la taumaturgia. El verbo –modestamente– modifica
los tiempos del mensaje; el tiempo, aquí, es una autoescuela de pensamiento libre indirectamente
causado por la música.

Sorprende este atrevimiento artístico, esta declaración
de intensidades. De la pizarra surge una pared, de la pared, un muro como el de Berlín,
una muralla china, un trumpantojo borderline. Los colores inducen a la guerra
entre formas de hacer la poesía: finos vs. estirados.

Más de dos pájaros es
aire, contubernio aéreo e inclinación a cierto alarde subjetivo. Las chicas
muerden un palmo de realismo inválido (a la pata la llana), emplean expresiones creativas,
distorsionan la mente de estudiantes y atletas, lo suyo es un ampli paralírico
que remueve la ciénaga del entusiasmo popular, es un milagro experto que entra por los ojos
sin puntería ni freno, entregado a su función de máscara
y su discografía autorizada.


Illusion Photograph

miércoles, 26 de junio de 2019

leer un libro, mirar un cuadro, matar por una flor


Leer un canto rodado, leerse la noche hasta caer dormido,
como en un libro abierto por la página 100. Al llegar a la página
666 algo se estremece; es mejor no leer libros tan extensos, es preferible
descontarse leyendo algún letrero iconoclasta, algún reclamo judicial, incluso alguna marca
de refresco.

Leemos algo triste, como en el colegio,
arrimamos el ascua a la obra maestra, cooperamos con nuestr@s herman@s en las letras,
sisters with voices. Hay un libro abierto por la página 665, cerca de condenarse; el poema ha llegado
a su anticlímax precisamente ahora
que se lee despacio y se recita con tradicional mesura (se atraganta). También un gato
reclama su cuota de protagonismo literario (se mete en una caja y a saber).

Las chicas rebañan el plato con unas bases explosivas, son DJ’s a la deriva,
espíritus en alza, son las comandantes del invernadero, gente
fija e irreconciliable, capaces de matar por una flor.

Suena el hop. Borrachos y pasteles de cumpleaños que nunca llegarán a su destinatario; los restos
de un pastel de cumpleaños han salido en la contraportada del último
fanzine crepuscular. El hop acelera su infortunio, regala la finura de un revoloteo,
suda su cláusula como una enredadera.

Incluso en el centro penitenciario se llega a la página 600. Se formula un recurso
comedido. En la cárcel se vive de lujo, las balas pierden fuerza al cruzar el patio, ese estudio panóptico de la realidad
confunde a los extraños. Tenemos una biblioteca
intachable, contamos con Chabon y con Roth y un húmedo rincón para el espejo. Velamos
nuestras armas con la estupefacción trazada en la pizarra
olímpica del aula magna. Si la página manda, se para de leer; si se acerca
a ese número, se paran los relojes del infierno.



domingo, 23 de junio de 2019

D. y la clase obrera de la realidad


Nadie se encuentra con nadie los viernes de los Nesselrode*,
se ha perdido la paciencia. Destiny ha formalizado su apoderamiento,
su aspecto controvertido y tan irreal (terrenal). La música  sigue condicionando la percepción, el estilo,
sigue funcionando como un catalizador de interiores, una aspiradora
de conciencias que pertenece a la clase obrera de la realidad.

El Parque ¡es tan atroz!; y eso sin ley, sin profetas ni trenes empotrados,
sin prison break ni auténticas montañas. Tampoco hay una bestia parecida a la bestia, ni un demonio
del arte de los malos tiempos. Solo está
el Ángel con sus dimensiones y su temperamento, su mística coloquial y su verso asignado,
acorazado sensible.

Rascacielos no quedan, ni performers, el espectáculo ha caído en desuso,
hasta el poema se recita solo en los muros repintados de blue. En una época de brevedad,
los árboles conspiran en silencio –como nunca–, los pájaros tiritan como nunca, el aire obstaculiza la mirada,
rinde un plano tributo al horizonte. El libro se comporta,
no se esconde en el ropero; y el poema es en puridad una torre de haikus, una congregación, el monasterio (Noravank) lleno de insinuaciones y preceptos apáticos.

Hay una escuela de soledad en medio de la noche
donde no cabe ni una sola primavera (más), ni un mísero rectángulo de hierba,
es como ir de fiesta a un jueves de los Obolenski y no cruzarse a nadie, como acelerar en una sólida
avenida sanantoniana con un efecto doppler a la espalda.

El verso da lo mismo porque es un verso roto y remachado, siempre el mismo retablo de (harta) vida,
el mismo gótico carpintero dejado y verificable, un estado
común de la materia sujeto a la entropía efervescente del entorno, esa extraordinaria paridad.

Destiny ha vomitado su parte del pastel, tan humana
y sincera, tan parecida a la bestia que no es. Su rostro ha enamorado a varias
generaciones de espíritus en ruina. Dice que el arte es aquello que nos sale, que es algo
sin trascendencia, rutinario y febril. Luego entorna los ojos y hace muecas,
y es tan bella que todo lo reforma
y lo trasciende.


* los viernes de los Nesselrode y los jueves de los Obolenski están sacados de la novela de Vasili Aksiónov ‘Isla Crimea’.



viernes, 21 de junio de 2019

el genio de la melancolía


Este chico es un genio de la melancolía,
su verso le precede, no se habla de otra cosa. Ha subido tantas escaleras de incendios, por todos
los patios, todos los callejones despojados de luz.

La ciudad es un trabalenguas también subterráneo; hay metro,
cloacas, gente con pasaporte y arcos de seguridad. Hay automóviles gratis para el poeta,
comida gratis, bebida hasta rebosar los pequeños vasos, los vasos sanguíneos. Los pasos de cebra
llevan siglos pintados en la tierra,
de las piedras brota el musgo, la hiedra de la resurrección, briznas de hierba oscura,
pistas de baile.

Un viento taquígrafo y ecualizador aspira al trono con su mano abierta,
dispersa la fotografía fija del espacio entre líneas de arbolado. Ahora hay una lluvia
monotemática que solo piensa en caer, se deja ir sobre la poesía
y consigue el milagro de la síntesis, la unión de los sentidos figurados,
el borrado espectral de toda la tinta derramada, el reblandecimiento de las ediciones y los códices
(así como la fusión fría de las páginas impares).

Es genial. Su obra recorre vías muertas sobre una alfombra estática, es algo biológico, algo en bruto
como el vendaval que se extrae de la imaginación; ah, el viento es una regla innovadora,
detective planetario, siempre encuentra un camino
intransitable de camino al hogar.

Aire deprimido, a ras de suelo, cerca de subir
al tren de la montaña. La memoria produce economía ideal, penuria ficcional, escasez
de carácter, el talento crea frases imposibles y suma con los dedos. Esta chica es un antes y un después,
confía en su mirada, que formatea un piano de pestañas y labios,
sabe a bolígrafo azul, tiene una voz en la sangre y una piel de repuesto; en la ciudad
hay un banco romántico donde solo se sientan
ella y el genio de la melancolía.




miércoles, 19 de junio de 2019

ararat


En otro mundo la civilización ha rebasado nuestra pantalla
tecnológica (extra ball). Miren el plano, dice: usted está aquí. Justo detrás de un primate
inmaculado. El nuestro es un punto muerto entre la zombificación y el éxtasis corporativo,
parece mentira.

A vista de pájaro se otea el horizonte con propiedad, el horizonte anda más lejos de lo recomendable;
buscamos un milagro, algún personaje que camine sobre el mar, que escale el Ararat
con un cordero a la espalda (el puchero de dios). De momento hay un ángel
detenido en la frontera, no lo dejan pasar: su belleza ofende.

El Parque es un ave gigantesca dividida en bellas criaturas
voladoras: búhos y vecinos cuervos, abejitas
y urracas familiares. La hierba mantiene la ficción de un comercio ecuánime, una ruta de la seda
con sus refugios para las caravanas labrados en la piedra firme del Levítico. El Parque
es un estudio farragoso, un cuadrilátero en la ley
regido por el capricho genial de los marchantes (hoy es un centro de cultura universal donde florecen
bibliotecas desiertas y campos absolutos). Hay quien se pasea por allí como una auténtica princesa despeinada
con las uñas pintadas de amarillo, el oro coronando su ceguera, la sombra del cabello
acaparando el peso de la aurora.

Usted está aquí mismo, justo al límite puro del silencio esquina con la voz de la conciencia. La gente
observa el cielo con la irritación del entendido y el desánimo del artista. Hasta aquí hemos llegado,
no va más, somos casi un cadáver con todo ese amor que desprendemos, toda esa lucha libre
contra los elementos químicos y sus reacciones humanas. Oh, pequeños héroes
desatendidos, tampoco nos redime la levedad del aire.

Este mundo ha tocado el cielo con las manos manchadas
de grasa criminal, ha esparcido su infamante esperma por el sagrado lienzo del vacío, se ha desangrado,
vivo como estaba, sobre una antigua mesa de quirófano,
y los dioses le han dado la espalda como niños ofuscados,
como seres queridos.



lunes, 17 de junio de 2019

la realidad es una familia numerosa


La culpa es del lenguaje,
que todo lo estropea. Pues las cosas coexisten pacíficamente unas con otras,
cada una con sus coordenadas, pero el lenguaje las retasa y certifica,
es categórico, entra en pormenores, airea los detalles, es el peor enemigo de la realidad,
¡todo lo desidealiza!

             Entonces el poeta sugiere una puesta de sol, y alguien lee y asiente y prefiere también
esa puesta de sol, el sentimiento neto y mejor expresado del poeta al suyo propio, y se identifica
y destroza el sentimiento al suplantarlo.

Apenas se utiliza el culto impersonal, el tratamiento
cuidadoso de las emociones –que no han de protegerse, ni han de sublimarse, ni deben ser ejemplarizantes–
ni se escoge el vago clímax de la descripción modesta. Ah, vale la distopía calculada, la edulcorada
sensación del vacío existencial.

El Parque es un pedazo de entelequia para arribistas del arte,
críticos espontáneos, archiduques de la miseria conceptual y el desconocimiento
influyente; es como un soplo para el tamaño del pop, como una bicicleta de Koons, un palíndromo seco,
una extensión procaz de aquella infancia congelada.

Y el poema es la farsa detrás de la tragedia de la sensibilidad, la comedia de la creación, el crimen ortopédico
Nadie debería sentirse atraído por la poesía salvo los niños,
las colegialas modernas con sus faldas japonesas, los chicos del barrio acorralados contra el burladero de la noche,
las chicas del barrio acorraladas
por la mano del sol.

Pero el lenguaje todo lo estropea, su taxonomía
barata, su limpieza técnica de materiales y espejos, su retina mayestática. Hasta la gente,
en su mudez, es posible, positiva, resulta natural y respetable, hasta los ángeles mojan su lengua de fuego,
rozan el verbo solo para negar su fortaleza,
príncipes del silencio, poetas laureados, hijos únicos de dios.




sábado, 15 de junio de 2019

seguridad social


La palabra cáncer ha sido erradicada,
la gente vuelve a morirse de cosas sin importancia. Llega el tren
y nadie baja, nadie espera, solo hay palomas, solo gatos despistados, solo gorriones sin acento.
Llega el tren de ninguna parte, parte hacia la soledad que bordea el desierto derramando un sarpullido
de silencio, una estática firme.

Desarrollo y puntos de información; ahora disparan desde el punto de información
más cercano, también desde cualquier otro, desde las ventanas, desde los balcones llenos de ojos
secos, desde el fondo del mar.

Mejor no encontrarse con la gente, no interferir. Solo los ángeles son de fiar, hoy te fían un gramo
de ignorancia, pero te cobran la paciencia de ayer. Hay un Ángel
famoso de nombre D. Su nombre es una apoteosis léxica, un desquiciamiento fonético,
qué verticalidad lingüística, qué troceo de las letras puras, qué fair play de las bellas artes
y el robusto sistema.

Tenemos falsificadores estupendos, críticos que te expiden un certificado de autenticidad,
nuestra caligrafía es maravillosa,
extendemos recetas deslumbrantes con el aire místico del médico del seguro,
material biodegradable: vicodina y otras panaceas legendarias.

Ella saca un ojo por la ventanilla y se despide de algo,
siempre está despidiéndose con todo el fervor (y toda la paciencia de ayer). Para despedirse,
primero hay que conocer, es necesario el reconocimiento,
el intercambio prosaico de víveres y corticoides, apósitos y juegos de mesa,
dados y cargadores de 40 balas.

La música excede el código de buen comportamiento, no es obligatorio
compartirla; uno puede escuchar a bj-the-chigago-kid sin desvincularse del meollo socio-sanitario.

Ver un cadáver es tan inspirador; hay que sacarle el jugo a la naturaleza. La belleza
de la podredumbre y el devastador pasatiempo de la violencia son defectos
asumibles por la organización. Que la belleza sea un defecto es una novedad; no hay literatura así,
no un arte semejante, vamos a la vanguardia de la poesía, un ángel
nos lleva de la mano, es tan hermosa como el eco tardío de su incendio.



viernes, 14 de junio de 2019

emily d. y la hermandad de la melancolía


Vamos por el Parque
hacia un pequeño lío. La forma es una nube carburante
que desciende del árbol trigésimo, irrespirable. Había que modernizarse –nos dijeron.

Autos de recambio,
gente en modo avión. El verano acecha con su hermandad
y sus prolongaciones, se neutraliza en conversaciones telefónicas y reservas de hotel, realiza
veladas críticas al mérito gravitatorio y sus estiramientos
convencionales.

Faltan (+-) un millón de motores
encendidos; salimos por el tragaluz a comernos el mundo; tus ojos
son copas de vino, alas en transición. La escena es parte del desamor universal,
es un cuadro escénico participado por el fantasma de Emily D.

El poliamor universal
es transversal; sucede a lo largo y ancho,
explica muchas tentaciones. Todo pasa por culpa del calor y las apps
indiscriminadas; se firman tantos contratos que colapsan el espacio, no hay espacio para tanto
arbitraje, tanta incomprensión.

Pero tus ojos giran para sí, propios como escritos, como son ahora.
Es una lata. Hay que limpiar la melodía de humo y complementos;
bailar es otra opción.

El Parque tira por lo alto, se divide en carreteras secundarias.
Buscamos fascinación
y cosas por el estilo; iremos donde los mejores armen gresca con la jerga
y el jergón incómodo, la casa abierta. Ah, ¡qué melancolía te aúpa al horizonte!

Trozos de obra como pepitas de oro. Años como anillos
amargos. Martilleamos contra el suelo, nos da vergüenza el Arte, pero más el desánimo,
esa inacción de la palabra. Y el Amor.



Jean-François Rauzier, Upper West Side Veduta, 2013

martes, 11 de junio de 2019

tauben fliegen auf *


tus ojos
una madre en la ventana
son una estrella rota en el estanque
la piedra y el espejo

tus ojos son un líquido inflamable
un concierto de labios expirados
cuatro pasos de baile

el rabillo del ojo en el pico solar de tu cabello
la manzana que duele en el estómago
son un rápido lento

Tus ojos son un tren de avemarías
una madre en el tiempo
son el tiempo que pasa entre dos albas
la moneda en el aire
son un apunte al natural del aire

una constante personal
un lance
la fórmula del río que no cesa

tus ojos
son una fábrica de calma
el eco de una sombra fortuita

son un destacamento de alegría
cierta manera de besar despacio
son una roca de verdad
un lecho

son dos líneas de diálogo fecundo
ferrocarriles de invierno
como dos tragos de ginebra
manos de noche en torno del abismo

tus ojos
a la luz del espacio que nos queda
como una barricada de aceitunas
un área de imprudencia
un plan privado

la música del fuego en la montaña
son préstamos de lluvia
niños sucios
tus ojos son la herida que desnuda la parte regular del corazón


son dos líneas de diálogo fecundo
–manos de noche en torno del abismo–
la oscura luz más lúcida del mundo
la entera luz del mundo
el mundo mismo
el tiempo que transcurre en un segundo
el hueco entre la forma y su espejismo
la llama que enardece al vagabundo
la parte más feliz de tu organismo
como una barricada de aceitunas
un orbe coronado por dos lunas
la música del fuego en la montaña
son un destacamento de alegría
un alma delicada que es la mía
pero me llena de una luz extraña


tus ojos son dos ramas del mismo testimonio
dos platos de memoria

el perro y el collar del perro
son imágenes dobladas
soldados que vigilan la pureza

dos perlas prisioneras en un beso
herméticos altares
son los demonios del rap
(son) gigantes

son in dubio pro reo
revólveres en pleno retroceso
tus ojos son dos cafés americanos
un ejército a la fuga
el resto de la noche

podrían ser arcángeles en llamas
diamantes para una tarde de luto
escuelas de fortuna

dos ojos como dos escalofríos
como dos partes sin mitad ni centro
como una sola en la tercera fase

la escena del sofá
son prófugos y lindos
altares que se han venido abajo por las buenas
días de gastar
los árboles enfrente de la casa

hojas del árbol más cool de la enramada
planos de hierba
plata en la mesa (con lo que cuesta poner el pan encima de la mesa)

son dos dianas mirándose a la cara
el canto un segundo antes de hundirse en el olvido

se mira y no se toca
se siente como una bocanada de cianuro

una pietá simbólica
ondas de simetría global
retazos de una novela sin final feliz
míralo y verás
míralos
miran


podrían ser arcángeles en llamas
dos perlas prisioneras en un beso
pero son el camino de regreso
(para quien no se ande por las ramas)
podrían ser las veces que me llamas
que no te oigo nada más que eso
los nombres del silencio que profeso
junto al único nombre que no amas
dos ojos como dos escalofríos
como una bocanada de cianuro
dos gotas en el curso de dos ríos
como una desbandada de aire puro
el velo de una noche esclarecida
la sombra de una luz
muerta de vida



'Tauben fliegen auf' es el título de una novela de Melinda Nadj Abonji.

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