Qué ajeno extrañamiento. Concertamos objetos positivos,
definiciones
inexactas de la permanencia, un cierto
universo inquietante plagado de indagaciones sobre la
materia, cortado por el patrón de la sequedad
burbujeante de los átomos. Así en todas direcciones.
y color. Estira el papel arrugado sin romperlo, reutiliza
y recicla los almanaques, las cartas,
filtra la luz que entra por el ventanal y la almacena en
el fondo de su corazón
amurallado.
físico y la naturaleza del empeño ―siempre oteando una
altura deslumbrante.
en directo, la palabra malsonante que repugna al oído, promesa
de redención
formulada sin aliento. Cae de la pura monotonía de ser,
del mismo
regocijo de su actualidad.
cualquiera, en el hotel, el barrio, a diez minutos a pie
de la casa de alguien, a una hora en autobús; podemos
mover el mundo sin conectarnos al tiempo,
viajar hasta Andrómeda y volver en un instante real.
entre formas de vida ―mente y alma― o entre latidos
que se reconocen.
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