Nos autodestruimos. Zombis con vaqueros andrajosos a mil euros la unidad,
(¡quítaselos!). Rascacielos
montañosos bifurcan el horizonte, estratifican la contundencia del
espacio, se consolidan. El Jefe
de la M ha ganado las elecciones, pero no se presentaba
ella, así que habrá que repetirlas.
Savenko en una reestructuración de su propia personalidad. Ah, el
socialismo
en un solo jardín.
riegan la sombra con su aguada repentina y cortoplacista; camiones que
pasan
rumbo a una península de tedio, sin música ni radiactividad.
los pasos en falso de la distancia desde un norte global que desconcierta.
Vuelve el siglo XXII
con su influencia gripal, su destronamiento inmediato; suena a un
infinito cuarteado que no dura lo suficiente:
es tiempo de morir.
tres minutos que personifican un baluarte inexpresivo, como una fase REM
actualizándose
al ritmo unánime de la próxima ovación. El teatro ha encontrado por fin
una actriz a su altura (es una jugadora
de basket).
tomarnos en serio las ganas de llorar, podemos
autolesionarnos o tomar grandes
cantidades de barbitúricos, mirar la tv. hasta que nos retransmitan
hacia la eternidad. Oh, será como volver a desintegrarse en un verso
que no dé que pensar,
uno que nadie haya escrito todavía.
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