Esta ventana da al parque. El árbol.
Al otro lado de la ciudad hay un parque inmenso
que no tiene salida. El parque siempre
está del otro lado. Cuando quiere, la llama y ella se levanta
del sitio y saluda, se inclina y
saluda, camina con esa determinación de las estrellas. Un recorrer la senda,
perderse en el espacio.
Instrucciones:
gritar
ondear una bandera blanca
ondear una bandera negra
sentarse a esperar al Minotauro
Amanece como nunca en la ventana que
da al árbol que da al parque que no tiene canción. Los obreros
comienzan a domarse el instinto de
salir corriendo, a doblarse
por un módico precio: he ahí la salsa
de la vida. Antes de ayer, ella iba al trabajo con la ilusión por los suelos,
intacta; a romperse las uñas, a
despeinarse, sin acercarse por la zona verde
del contrato, el ecosistema donde el
aire se reproduce más temprano y los átomos
chocan con violencia contra el tiempo.
Es preciso escuchar. A trompicones, la
música desarrolla su evidencia (hace época).
Trece es el número de la suerte. Pero
un miércoles trece no pasará a la historia. A la naturaleza
no le impresionan las fechas ni tiene
fecha de caducidad. El árbol sigue engrosando sus anillos mágicos,
como la aguja en el surco, como si
fuese un LP coleccionable
a 33 revoluciones por cada estación.
Ayer ella creía que la revolución era
posible. Llevaba algo rojo a tono con sus pensamientos;
llevaba un pañuelo en el pelo de dos
colores suaves:
deprisa
deprisa
Había entrado al recinto por la puerta
de atrás (la que no encierra), saltado la verja, la valla pintada de amarillo
limón. Entre la quietud sagrada de las
flores y el manso arrullo del silencio, la realidad
constaba sin acontecimientos,
adormecida. La realidad dormía debajo del puente y pedía limosna
a los jilgueros, fumaba como un crío
cabreado.
Esta música suya perfecciona su
evidencia verbal, transfiere nuevos elementos al registro.
Es un poema, y cruje; ha resucitado en
una voz dinámica que no se tambalea (iba a rogar
por la gente que se muere en
urgencias, pero lo detuvo la policía).
En el parque huele a dignidad. A
hierba.
A flor de partitura, un relato a juego
con el sol. Los versos se meriendan la pureza a las cinco de la tarde,
hacen novillos, agudizan la crisis.
El cuento del amor se reconstruye en
frío, es una casa gráfica
con ventanas que no dan a ningún alma.
Angel Haze pack 2 strong nigga |
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