viernes, 12 de mayo de 2017

siempre sobre mojado


Monotemática lluvia ocupa sus cuadrantes, desinfecta también las gargantas desnudas,
disuelve la pintura de los cuadros, se multiplica por mil casualidades. Esta enumeración
extenuante resulta extenuante, pros y contras, la majestuosidad
vegetativa de las instituciones, el enjambre azorado de la luz. Descripciones
acústicas de fenómenos completos: esta es la música,
estos, los micrófonos que atoran el cauteloso designio del espacio ideal. Una voz marca las diferencias,
se agota antes que el poema pero no deja de auscultar el panorama

Procede de un pecho combatiente; su mirada asiste a una escuela de color
fundada por el aire, se engrandece, vive. La belleza disfruta su periodo de carencia, busca un electricista, echa
chispas de puro voltaje, desautoriza el pasado.

Por ahí se adivina una silueta moderna, ¡es Jordan!
que presume de rango, trunca otros movimientos, lo vuelve todo oscuro; suyo el paroxismo de la claridad, suya la pulcritud
del contraste. Lleva en la mano un vértice que gira
como el mundo, es una cumbre que deja pasar el miedo, pero no persevera. La montaña
que ves se come las colinas, aloja bosques en sus párpados, recorta falsos ríos
y se imagina océanos de polvo.

Hasta los huesos, con esa dimensión de su carácter, ese ensañamiento metodista, como un ángel
cableado. Ella en el preciso momento en que el agua define su entropía. Cae por su propia carne, cobra vida hasta el beso.
En su mano sujeta el fantástico hilo de la realidad, la cometa de Marte. Y cuántos precipicios excava con su risa,
qué abismos no ejecuta con su llanto.

Jordan se ha prohibido los espejos, se ha cortado el cabello luminoso y sangrante; ya no se peina
sino con témpanos de fuego, no sueña sino con páginas en flor. Otro verso la conduce, otro verbo derriba
su cintura, concibe más distancia. Sucede que en verdad ella es el ángel débil y contento, ¡constan tantos milagros en su fama!
(termómetros que estallan de alegría). Y el asfalto ya no permite el paso de la noche,
ni los perros aúllan su estampida. Ahora siempre hay un tren que perder en silencio;
un rayo de luna que predice la forma de otros cuerpos lava su incendio en las baldosas rotas de la eternidad.




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