Monotemática lluvia ocupa sus cuadrantes, desinfecta también las
gargantas desnudas,
disuelve la pintura de los cuadros, se multiplica por mil casualidades.
Esta enumeración
extenuante resulta extenuante, pros y contras, la majestuosidad
vegetativa de las instituciones, el enjambre azorado de la luz.
Descripciones
acústicas de fenómenos completos: esta es la música,
estos, los micrófonos que atoran el cauteloso designio del espacio
ideal. Una voz marca las diferencias,
se agota antes que el poema pero no deja de auscultar el panorama
Procede de un pecho combatiente;
su mirada asiste a una escuela de color
fundada por el aire, se engrandece, vive. La belleza disfruta su
periodo de carencia, busca un electricista, echa
chispas de puro voltaje, desautoriza el pasado.
Por ahí se adivina una silueta moderna, ¡es Jordan!
que presume de rango, trunca otros movimientos, lo vuelve todo oscuro;
suyo el paroxismo de la claridad, suya la pulcritud
del contraste. Lleva en la mano un vértice que gira
como el mundo, es una cumbre que deja pasar el miedo, pero no
persevera. La montaña
que ves se come las colinas, aloja bosques en sus párpados, recorta
falsos ríos
y se imagina océanos de polvo.
Hasta los huesos, con esa dimensión de su carácter, ese ensañamiento metodista,
como un ángel
cableado. Ella en el preciso momento en que el agua define su entropía.
Cae por su propia carne, cobra vida hasta el beso.
En su mano sujeta el fantástico hilo de la realidad, la cometa de
Marte. Y cuántos precipicios excava con su risa,
qué abismos no ejecuta con su llanto.
Jordan se ha prohibido los espejos, se ha cortado el cabello luminoso y
sangrante; ya no se peina
sino con témpanos de fuego, no sueña sino con páginas en flor. Otro
verso la conduce, otro verbo derriba
su cintura, concibe más distancia. Sucede que en verdad ella es el
ángel débil y contento, ¡constan tantos milagros en su fama!
(termómetros que estallan de alegría). Y el asfalto ya no permite el
paso de la noche,
ni los perros aúllan su estampida. Ahora siempre hay un tren que perder
en silencio;
un rayo de luna que predice la forma de otros cuerpos lava su incendio
en las baldosas rotas de la eternidad.
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