Mira
al frente sin dudas razonables, como si no fuera con ella
tanto
amor.
Reinician
su miseria los aparatos públicos, pero no hay más silencio que el suyo,
el
vacío descrito en la pizarra. Tras el cristal, una paloma que representa algo.
La
música viene del sur, síntoma de un flamenco recitado a conciencia,
sincopado,
remasterizado y pasado por el filtro puro de una batería funk.
Bases
soleadas y mesiánicas, una ración de genuino delirio. La palabra inconexa,
liberada
del tedio macerado en los púlpitos. La palabra obrera que trabaja de noche
batiendo
mermelada.
Se
resigna a escuchar a otra persona (más impersonal). En qué sueños camina por el
aire
levantado
sonrisas como se entierra la semilla de un beso.
Alguien
pregunta por los sonidos que acreditan el tiempo reinante. Nadie va. Ella se
siente,
realiza
ejercicios naturales de suerte que florece apenas. Rompe
la
monotonía azulada y la transforma en un sendero gris (hacia la historia).
El
sol está de buen humor,
las
nubes baten palmas con sus manitas húmedas, el arco iris enuncia su protesta.
Pero
los árboles echan humo, están que se derriten,
como
mucho, manifiestan su ánimo a lo largo del río.
Ella
consulta su reloj de madrugada. Se remonta a su espíritu, sin prisa. Representa
un estadio
propio,
una manera estimulante de no ser el ángel que parece.
Sucede
que el recuerdo está de parte del futuro, interviene.
Ella
sin nombre,
tan
hermosa que viaja con su escenario a cuestas: dispone de una compañía estable.
Sombras
que
se agitan, sombras que frasean, balbucean gritos sin mecanismo sonoro.
En el
acto principal se ensaya un beso. Turbio no, casi torpe
o
demacrado.
El
público sigue concentrado en sus aparatos funcionales y no presta atención.
Ella
profetiza un mohín con gran seguridad en sí misma, y se absuelve.
(Nadie
sabe por qué los gatos no son tratados como menores de edad.)
La
muchacha que fue se desmorona sobre su pecho bruscamente.
Y es
muy emocionante cuando suena la música
y a
fuego lento inflama el poema culpable que acaricia su boca.
foto de Rocío Montoya |
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