lunes, 8 de abril de 2019

¡bingo!


Basura acumulada, un camión sin camión de la basura; entre pantallas
cascadas, entre tubos catódicos y envases caducados antes de tiempo, entre todo aquello
que se mueve y se corona, las obras completas –poéticas– de Carver, un tomo
testarudo, esférico, escénico (cruda definición)
y, sobre todo, intacto.

Habrá que celebrarlo (¡para qué están las mayúsculas?):
INTACTO. Un formidable muestrario de celosías, almizcle, sinsontes bostonianos, murciélagos cornudos (no),
inmigrantes diligentes, frecuencias automáticas, voces y auscultaciones minuciosas,
carreras hacia el desván, caídas por las escaleras, voces que cantan:
¡bingo!

La poesía canta línea y se conforma; pues existen preferencias. Jordan, por ejemplo,
pasa. Cerca de un nuevo manantial surgido tras las demoliciones; es algo que sucede como el reciclaje involuntario,
un cierto espejismo intelectual, parafraseando a alguien. Carver, por ejemplo, pasa
de mano en mano entre la gama alta del Parque y sus aledaños conversos
(tan profesional).

La basura todo lo puede en este entorno
privilegiado, todo se construye igual, hasta los versos equivalen a su peso
en toneladas métricas de desechos perfectibles, detritus inmortales, porquería violenta en sacos
cementeros, cementerios de elefantes y balsas de petróleo.

Poemas. Jordan ha aprendido a recitar en un bosque privado (donde nadie puede oírla); por ejemplo, se imagina
un tren expreso, un café expreso, expresamente. Se imagina un viaje hacia la soledad, un vagón
lleno de nadie, un ruido eléctrico de nada.
Y da gracias a dios.

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