Permanecer ajenos, debidamente irresponsables,
introvertidos como electrodomésticos. Estirar luego las
antenas y auscultar
el cielo abierto registrando cada procedencia, cada
latido de la noche. Escribir un diario
con faltas de ortografía
y de rigor.
su ceremonia nos cautiva, nos aturulla. Pelamos el
plátano de la paciencia, leemos
cartas devueltas a su remitente, cartas de tarot,
esquelas prematuras y perlas de la catequesis,
farmacopea abstracta y otros productos de la psique.
es un arte proforma (sin resultado artístico). El arte
suele ser
remiso. Punto. Se adjudica la mano prestigiosa, la suerte
agónica del principiante (el ful de reinas/dieces que te esquiva),
hace un corte falso en tus narices o te adivina el
pensamiento
(siempre que no lo hubieras pensado todavía).
el pensamiento con flagrante alteridad, te ha robado la
idea aproximada, el 6 y el 4 y el flash del millón de dólares;
esa Gioconda ¡era tuya!, era tu obra en llamas, apenas
bosquejada pero ya en la antesala de un bosque
autóctono de orondas vides y rosas curvilíneas.
exhibe tus poderes notariales, la exitosa mutación que te
precede, ese cubismo tuyo tan deforme;
permanece a la escucha del universo, su fondo de
microondas
ronronea en exclusiva para ti, su espectro expectora
polvo de estrellas en tu oído, te augura la maestría
industrial definitiva,
la performance destructora de mundos. Solo has de medir el
espacio habitable entre dos cabezas huecas,
el tiempo entre dos tablas de planchar.
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