Si dios es un holograma, el resto del universo
debe
ser real. Dios es la huella, el caso no resuelto, lo indestructible de la
naturaleza. Su risa
gotea como un grifo estropeado.
antes de rebotar en la roca; rodilla en tierra, simpatiza
con la oscuridad. Viene
de algún lugar intermitente, de algún palacio negro,
su rostro se proyecta desde la lejanía como un remake del
paraíso:
arte y ensayo, dogma y error.
gobierna con su impacto; recuerda la ferocidad de las
estaciones, el ruido, la somnolencia provocada por el hambre,
el estricto sentido de las leyes. La noche ha pronunciado
su nombre
metafóricamente.
su viabilidad. Nada nuevo para el Ángel. La lucha es el destino
de las almas
(miembros devorados, lenguas bífidas y cuentos de los
hermanos Grimm), el miedo, la herramienta
de los hombres, el mortero que aglutina los designios del
cosmos, su práctica
inalterable, la meritocracia que nos atañe.
vocea sus victorias, se apalea, pretende un sucedáneo
bastardo del amor, hace sus pinitos en el crimen;
frente al soberano altar de las lamentaciones, aparcamos
nuestros autos,
blasfemamos con saludable energía.
no por servidumbre ni pánico, solo compone una figura
sólida
y espera a que le alcance algo de luz.
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