Gente preciosa se
fotografía junto a un montón de basura; qué temeridad
de la mala fortuna, qué
constancia de los pétalos de rosa repartidos por el aire
sin ton ni son.
Alguien que todo lo ve
lo ha visto todo, ha exagerado un mohín caprichoso en su posición
dialogante; hay un
privilegio de clase en la altura. Verlo todo
a través de las nubes, a
través de una humareda densa y gris, el smog que cautiva los pulmones,
abrocha bronquios y
faringes, desenreda la luna atrapada en el espejo.
Pequeña Destiny ®, tus
ojos apretados
acucian, explotan la
aridez de la tierra, exploran la infinidad del silencio
sobrados de lirismo y disonancia,
directamente desde la cruda utopía accidental,
la nota coronada por una
línea de falsas sopranos, un coro de ruiseñores vestidos de azul
monotonía. Tus ojos
apilados en una torre de nubes,
vertiginosos como el
miedo de siempre, la soledad del viento,
la pena que endurece
vidrios y puñales.
Gente preciosa en lucha
contra la verdad,
que arrambla con la luz
y la belleza. Entre los materiales: cinc, uralita, adobe, roca salvaje, piedra
sobre piedra, la arena
que remonta el río a paso lento, el yeso del lecho y de la tumba rota,
de la voz ronca y el
peso en la garganta; lágrimas resistentes como leyes,
árboles que restablecen
la nostalgia, dioses que se ven abochornados.
Decadentismo y profesión
de fe. Ah, los poetas y sus equivalencias, sus pertenencias y sus egolatrías
comatosas, su falsa
modestia, su extraordinaria
antigüedad. El poema resbala
por el tobogán sin atender a la cuchilla de afeitar que lo remata.
el poema es un ala de
murciélago, es un trasgo deforme y alienado, un mal trago para una tarde de
domingo.
Sí, pequeña Destiny ®,
tus ojos han visto, han llorado tus manos,
tus ojos han llorado su
tacto de paloma, su metáfora inversa camino hacia la realidad y el cruel destronamiento,
hacia el vértigo
presente, han entonado su aleluya
rosada y parece que hubiera
un diamante prendido a la distancia que horadaban,
un destello de magia enzarzado
en el carmen de su aliento frutal.
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