(de fondo, un cuarteto de cuerda)
¡Eh, Dest!, ¿de verdad has venido para esto!
El Amor se envalentona, y mira que se lo han dicho, mira que no espabila:
es una situación
una serie de televisión
no saca la tarjeta para pagar la cena romántica.
Los italianos están por todas partes. Alessia canta ‘Ready’ y todo se equilibra, todo vuelve por sus fueros.
Será cosa del Amor, tan desequilibrado.
Un Ángel no se enamora. O se enamora en el poema. O se enamora del poema.
Se enamora. El poema es un tipo musculoso, tiene un bonito rostro,
labios rompedores, es un rompecabezas de cuidado. El poema se cuida, va al gimnasio
–tan magnético–, recuerda a un verano en Mariúpol, un descanso celeste.
No es lo mismo. El tiempo interviene,
toma la palabra, el tiempo dice que el Amor siempre es una cuestión de actualidad,
es un cuento de Carver
un penacho de bruma entre la fronda
compra flores el día equivocado.
Equivale el Amor a una sentencia? Haces una pregunta a medias. Destiny
dice que no. Ella ha venido a enamorarse de un rayo de sol, un trino, una pastilla de jabón… Ella, que ha conocido
diosas de pequeño vientre, tirabuzones ingrávidos,
ah, de quisquillosa piel.
Puedes encapricharte del Amor que asoma la nariz en el poema, los ojos
maniatados. Fuera, el hielo arroja su pudor sobre la noche
incalculable, pesan más los corazones
y la carne se incrusta en el pasado. Y llueve.
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