Se superponen aquellas primeras sobredosis que
apuntalaron el paisaje de la modernidad,
fosilizadas y todo, saltan a la vista,
intervienen en la gresca, despeinadas y todo, sacan un
chorro de voz desde el ojo del puente,
suben al cielo como pajarillos grotescos.
anda desaparecida también; se comenta que existen
diversos modos de contribuir a la mayoría de edad de la
poesía, su inmadurez
reglamentaria; su 1ª virtud es la modestia, la segunda,
el waltwithmaneo, esa capacidad sobrehumana
de estar en misa y repicando, y subir a grandes zancadas
la podrida
escalera de la juventud.
pues,
como bisontes de estampida, monjes tibetanos en su monasterio,
agigantados, somos los gigantes de la corrupción,
debilitamos
el mensaje mediante una sobredosis de mediocridad,
una ligereza inventada.
y llevan a sus hijos al colegio. Nosotros, que paseamos
por ahí como personas sin hijos, jorobados,
con esa joroba esencial, sin descendientes, dependientes
de una sombra, una sonrisa
efímera, qué tortuoso simulacro.
dignos esclavos del silencio. Y nuestro verso se mueve en
esa franja monótona del silencio
excesivo, exclusiva del trámite y la vocalización forzosa
de las necesidades. Nuestro verbo quintacolumnista,
espontáneo como una salvajada, con su belleza mutilada y
su preferencia por. La soledad
se reinventa, pasa una vez sola y otra acompañada, se
superpone
y crea una suerte de movimiento en los labios, la súbita
apariencia, el eco inolvidable de otra voz.
persona física que paga sus impuestos |
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