sábado, 25 de diciembre de 2021

estaciones de un viaje permanente

 

Visitar la lejanía es el credo del viajero, avizorar las cúpulas; sacudir el polvo
del equipaje  —la nieve— y esperar
apoyado en la baranda.
 
Desde la plataforma del tedio —cruda
psiquis, extranjero— desde el extrarradio de las ensoñaciones,
se divisa un algoritmo
especular que protege los deseos.
 
Ah, está en Naturaleza
disentir del movimiento alegre,
el escarceo impenitente de las nubes, está en nuestro convenio con el mundo
investigar la sombra de la noche con los ojos cerrados.
 
El viajero especula con el tiempo como un inversor
en apuros, como un inversor pacta con el destino, averigua la fuerza
intrínseca de cada paso en falso, se desploma sobre un colchón de funesta
memoria.
 
En la nueva ciudad, las manos tornan
pájaros insomnes, habitan un cuerpo en desarrollo, una mente
catastrófica. A lo lejos, siempre late otra luz
de parecida insignificancia.



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