domingo, 12 de diciembre de 2021

por la noche

 

Emily se ha fugado de la noche
escondida en un carro de manzanas. La Luna en medio
del silencio acumulaba un runrún descafeinado.
 
Hay una guerra en marcha, los fusiles alardean de método,
significan la detonación, esa materia desdichada. Ni los sueños se acuerdan de ti,
que permaneces a la escucha de la hierba
y sus emanaciones.
 
La poesía no era esto. Era un cabezal, una fresadora, un árbol
combado hacia el futuro, y solo estaba en la cabeza de nadie y en algunos corazones
vacíos de memoria.
 
Teníamos conocimiento
de algunas fantasías, adorábamos el fuego en los barriles,
la curiosa ferocidad de las tardes de otoño. La poesía era el resumen épico de una actualidad
indispensable, una sombra sincopada
acudiendo a las representaciones.
 
Seguimos con el tenedor en la mano, el cuchillo entre los dientes; alzamos la bandera
del Arte con menos suficiencia que entonces, nuestros
huesos chirrían bajo el agua.
 
Bajo el agua, el camino es más cómodo, hileras de edificios lo flanquean,
hilos de sangre que personifican
una rendición inesperada.



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