Hijos de las mejores democracias
y de los pueblos revolucionarios,
hombres de varias razas y de varios
e impredecibles horizontes: gracias.
Opuestos a la guerra y sus desgracias,
percutiendo la mar como corsarios
o impulsando los vientos ferroviarios
por el espacio henchido de acrobacias,
acudisteis al grito de la tierra
con el vigor del puño que se cierra
y la razón que aplasta las falacias.
Por eso, milagroso contingente,
por ese corazón tan evidente,
os damos gracias. Gracias, gracias, gracias...
Salaria Kea, brigadista norteamericana: ¡gracias!
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