martes, 15 de septiembre de 2015

dogma


Donde hubiera un ángel, un soplo de Angel Haze
(era el estímulo). Todas las veleidades del infierno, prácticamente todas las costumbres
y ese regusto a ceniza cruda, clásica. Angel venía para quedarse
al otro lado: otra misión geopolítica. Y su milagro era, frente al espejo,
nada más que una impresión facial; la fatiga cotidiana que finge serenarse cuando escucha
la vocecilla del tiempo.

Es el tanteo del rap que ensancha los vericuetos del alma, se subleva
ante la fatalidad de los ríos hirvientes, las colinas que otean el espanto desde su tribuna. Poca electricidad
para tanta aparición; es preciso un enjambre de luz, un recado de luz,
un semestre de claridad infinita. Esta es la urgencia de los pobres, la mera aproximación a la revuelta. Existe
dentro un odio militar por la pobreza, la disciplina que malinterpreta cualquier
necesidad, cualquier trato injusto.

Hubo en la tierra un aparato de justicia, la balanza y el códice. Se hallaba ese cuchillo
redentor de los malos artistas, la navaja suiza con sus múltiples aliados, sus probabilidades.
Belleza, no. El ángel no contestaba a la belleza de los cielos,
ni arrojaba -aún- al aire su prolífico silencio, apenas desmontaba la estructura
nívea de los amaneceres o trasladaba rombos de penumbra hacia la línea audaz del horizonte.
Sus ojos alienados de fantasía y trance, un percance divino en cada mácula, la soberbia
típica de los creadores, esa miseria dialógica natural entre los hombres libres y sus dioses.

Una punción solar orbitando hacia la dura rampa del rayo y su equipaje
de alas. Luz en acción, como si fuera
posible detener el ritmo, el nivel constante de la forma en llamas, la energía que excede la palabra escrita,
cada letra montada en su significado, alardeando. Un poco de Angel Haze en un lugar oblicuo por desierto,
cuesta abajo, la traza visible, la franja luminosa que destaca entre los mitos
y sus contradicciones. Es lo contario de una mariposa, lo diferente a la efigie, lo que carece de imagen y contorno,
humo superficial oculto a la textualidad del espacio.

Como la inocencia fue servida por una manada de lobos. Las estrellas hurtaban sus centros a la sombra
y un tamaño de esencia y fulgor se mantenía aparte; cerca de los mansos abedules
florecían etapas de futuro, arcas que portaban secretos en sus vientres de arce. Su palabra, por tanto, cúmulo
de verdad poética, era un astro gravitante mordido por la realidad y sus ventajas. Todo lo celestial, el dogma
y ese regusto a caza, a la primera sangre de la libertad. 


pack 2 strong nigga

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