miércoles, 21 de febrero de 2018

el pájaro carpintero


En el mundo, Kaye y Kiandra
cantan; pero el mundo no existe:
por eso el mundo no existe, para que ellas no canten (que no se entere nadie). Se origina un vacío en torno a su silencio
que permite la aparición de ¿la realidad?
En realidad: un ciempiés, saltamontes en inglés (bonita palabra), Borges citando a Shakespeare,
pinceladas orográficas,
climáticas, el anticlímax de la pintura, desánimo de la poesía, más
no se puede pedir.

              Subir al cielo solo por las vistas,
meterse a una persona en el bolsillo,
honrar la ciega fe de los artistas
y el oficio de luz del lazarillo.

La novela contiene dos personajes que responden, uno a Don Quijote,
otro al Lazarillo, pero es una novela escrita por un afroamericano, es El Pájaro Carpintero. Jordan
se mueve por alcantarillas, bibliotecas públicas, lleva unos cascos que no suenan y a veces
lleva un casco que resuena (a pedrada limpia).

Procede subrayar que el vacío supone una intromisión intolerable de la naturaleza en la intimidad de las personas.
Su mera presunción espacial. Lo único relevante es la ausencia, incluso para el arte. Sobre todo para el arte. Sobre
todo, el poema se ocupa de no decir y de ocultar, he ahí su talento, la tarea a la que no puede
renunciar-se. El tipo se enmascara a través de la pena, del sentimiento,
¡a través del amor! Profana las catacumbas de la verdad (así como la tumba de su padre).

Sin embargo, una voz entrometida, el arroyo y la abeja, un pictograma
selecto como un anuncio luminoso puesto en medio de la gran corriente de South Presa, donde el polvo
desenfunda más rápido y las nubes atropellan el idioma. No son ellas, Kiandra, Kaye,
que rezuman socarronería,
no se rinden. Y no obstante, pleno de entusiasmo confuciano,
el poeta se somete a la terapia de choque de la quisquillosa vacuidad, y su quietud atruena
más que la sangre en su recorrido, más que la punta del mar, más que los grillos
bajo las tímidas amapolas del campo.

 *El Pájaro Carpintero es el título de una novela de James McBride.


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