Desde cualquier ángulo, un amanecer de pacotilla:
cielo, luna y flor. Por la mañana hay un instituto
(término insustituible)
y los chicos acuden con su pesadez y sus tartamudeos, su
facilidad acomplejada. Hay un parque
que no está para bromas, sobre él recaen los tormentos de
la idea(lización), el estropicio
literal de las cosas que se parecen entre sí. En
realidad, todo depende de las probabilidades, todo es probable
en cierta medida y, si no, para eso está la poesía.
llanamente con un abracadabra de postal. A día de hoy, un
ejército de sombras
arremete contra el Arte y sus conmiseraciones, su
displicencia y esa meticulosidad de los buenos cobradores:
ah, la santísima Obra obra milagros inarticulados.
los conocimientos históricos y los principios rectores. La Historia
¡arde! Tal vez un corazón. La trama carece de
significado, es insignificante, lo decisivo es el cuerpo
porque sangra, conoce el dolor a flor de piel, sabe
cuándo hierve el agua
y el fuego es compasivo, cómo siente la hierba la emoción
de la escarcha, el peso
claveteado del otoño.
indeterminada, se producirá un entrelazamiento entre el
movimiento de sus ojos y la fase REM de la divinidad,
una traducción creativa del lenguaje profético y sus
anáforas,
y sus ánforas cuajadas de panes y peces en múltiplos de
seis. Este es el verbo que pasa a la acción,
el del apartamento en la costa y los aperitivos bajo el
sol a granel
del mediodía, el que funde el oro de los pendientes de
mamá y se asoma al futuro
desde el mejor balcón del universo.
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