viernes, 14 de agosto de 2015

(ins)piración


Buscaba inspiración en su alma; usaba unos prácticos prismáticos mentales
y veía el algodón, la boca dulce y carnosa que se abría en pantallas emergentes
para decir: partes del Génesis, pero vas a morir como mueren los hombres.

El espacio donde nunca la encontraba era la sombra de esta sombra. Su carta era un jirón de abecedario,
su voz, un estado ideal. A veces gritaba el alma y se volvía gris. Decía (la fiebre):
rama frágil del éxodo...
Tales palabras robadas.

Todo seguido el arte. La inspiración rentaba; se vendían mil libros, completísimas obras,
tomos parciales, estancos, que ostentaban sus cuádriceps molares, su masa muscular y su mass media. Notas tomadas
al calor de la revuelta entre los nómadas revolucionarios y sus vespas de colores. El poema fardaba de noticia,
enfocaba su autoría -metafórico ardor- hacia las calles coloradas en llamas, vaticinaba un poltergeist
en la habitación del pánico, ¡manco profeta!

¡Este poema es basura como su padre!, voceaba el alma, pues
jamás erraba una recomendación ni flojeaba en las costuras de la melancolía, en la reyerta demostraba su ánimo. Hubo
una flor bastante mágica, grande como un girasol granate, aumentativa. Se bastaba la flor
para la épica, su melodía cautivadora.

Había nacido el verso continuo, distinto de la poesía por inspirado en la realidad.
Estropeado Estro, ¡oh, pátina felibre! Su diagnóstico secreto: funcionaba como un LP, a 33 RPM
y sin perder la calma. El aire le sentaba bien, se iba a tomar viento por las obras completas de Juan Ramón
fascinado por la jota poetriz. Pero la solución no pasaba por el aro de la ortografía y su plástica insurgente,
antes era algo orográfico, geográfico en el sentido de mayor relieve,
un comportamiento montañoso.

Dibujaba dioses el alma sin levantar el lápiz de la sábana,
de un trazo componía un monasterio con su eco, un perro ladrador, un arco voltaico al natural.
Mentía de memoria: pero vas a morir como nacen los hombres.




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