La
religión del Parque es el Romanticismo. Y Destiny es su profeta.
Antes, la
gente se moría e iba al cielo, pero ahora
la
gente no se va. Los ratones siguen el sonido del agua, la ronda
cantarina
del desprendimiento. Hay producciones que recopilan el gesto de la sociedad,
organizan
bailes benéficos, tómbolas y rifas a favor de los
desenamorados.
Desde
el satélite, el verdor sucumbe ante la pujanza léxica del asfalto, la
motorización
es potenciada
por la distancia. Los senderos confluyen en una vía
única y
tortuosa, es como en South Presa pero vacío de lugar. No ha lugar. Los chicos
rezan sus oraciones
con las
manos en los bolsillos, las chicas rezan sus oraciones con los brazos en cruz:
dios
se ha
sacado las manos de los bolsillos para obrar ese truco de magia que le sale tan
mal. Hacer
predicciones
está de moda, se aventura un periodo de sombra, se augura la natalidad perdida,
el
reverdecer del siglo.
Milagros
que estallan por el suelo, sobre las cabezas, a dos siglos bajo tierra. Hay un
camino
preferente,
miles de automóviles varados como en Nación-Z, la distopía fotogénica y el animado
acabose
original.
Destiny mira un periódico atrasado y… ¡eureka!,
¡las
noticias crean realidad!, se restauran las inundaciones, los seísmos, las
virginidades… Los niños
chicos
se le acercan en busca de una piru(l)eta angelical, con poderes
extra,
y ella les reparte saquitos de hierba para la familia.
Ella y
su circunstancia, el amor por encima del arte, hasta del fósil de un fusil
automático
encontrado
en la memoria del jardín, junto a la fosa común de al lado de la iglesia. Esta
es la Historia: “Cuando
echó a volar
el
campanario y las abejas dijeron basta, los ancianos se persignaron con
reverente pavor, se las arreglaron
para
morir en gracia de dios”. Fin. El Romanticismo es una religión sin pecadores ni martirologio,
una de pago,
casi un
inciso poético, un intruso en la casa del padre, como ponerle un plato de
comida a tu mejor enemigo.
Los
chicos se reúnen presa de un milagroso optimismo jeremiado.
Agradecidos
por la lluvia ácida que les retuerce los tuétanos, esparce
sus médulas
solares por el lienzo meridiano del aire. La luz rotula el romance, se titula
como una película de amor;
alguien
conquista a alguien y los tiros retumban como piedras en un escaparate, y los
pájaros flojean
porque
dios ha vuelto a tocar fondo y Destiny ha dado un sermón alucinante sobre una
montaña de basura.
sorprendió a propios y extraños cuando en una entrevista contó una conversación que había mantenido con Nick Rockefeller. En un momento determinado de la conversación, Rockefeller preguntó a Russo: “Aarón, ¿de qué crees que se trata la liberación femenina?”. Russo respondió que las mujeres tienen derecho a trabajar, a obtener un pago igual al hombre y a conseguir el derecho al voto”. Rockfeller le dijo en ese momento: “Eres un idiota”. Cuando Russo preguntó a Rockefeller porque era un idiota, éste le respondió: “Déjame que te cuente de que va todo. Nosotros los Rockefeller lo financiamos todo. Nosotros financiamos la liberación femenina. ¿Y quiénes aparecieron en los periódicos, en los medios? La Fundación Rockefeller. Y ¿quieres saber por qué? Hay dos razones principales. Una es que hasta entonces no podíamos hacer que la mitad de la población pagara impuestos y la segunda es que ahora tenemos a los niños en la escuela a una edad temprana. Podemos adoctrinarlos sobre cómo pensar lo que acabará destruyendo a la familia. Los niños buscan al Estado como a su familia, a la escuela, a los funcionarios, como a su familia y no a los padres que los enseñan”.
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