Por el
acantilado, despeñándose; el agua,
las
tradiciones. Destiny en la cumbre, su figura imponente, su pensamiento
hacia
el vacío, despeñándose como una piedra
piedra
piedra
Su
palabra de fuego, sólida como el fuego que claudica en la rama, sólida como la
ceniza
que
engendra nuevas soluciones, textos coherentes. Tesis-antítesis-síntesis: la
poesía tiene que doler.
Jordan
ha encontrado un manuscrito, ha excavado en la ideología de la tierra y ha
sacado por las hojas un tesoro
rígido,
el cadáver de una obra literaria: ‘Una
estrella brilla sobre Mount Morris Park’. Destiny
ha
recitado un fragmento desde la cima de la meseta (que pudo ser un tramo
aleatorio): «Las probabilidades
de que El libro violeta de las hadas, o
cualquier otro libro de hadas, estuviera allí eran muy escasas»*.
Etcétera.
Sucede
que la obra tiene corazón, exhibe sus poderes con
decisiva
confianza. Es mejor leer el libro con un plano de NY a mano, porque el Parque
ahora no presta
concordancia
alguna con el tiempo de las grandes ciudades. Ni que pase
rodando
un animal de cuatro ruedas, o gire la cabeza el humo
donado
por la lejanía.
Destiny es el ángel más: absurdo,
hermoso, voluble (tachar lo que no proceda), su belleza
estremece, recibe galardones, ramos
de rosas (hay otro
ángel que se llama Roes); hace experimentos, sus experimentos
con el amor
humano presentan la clave del beso en su probeta, son
genéticos y les llueven sinónimos:
prueba casta, examen de regreso, análisis de portentos.
En su
punto álgido, firme, en tierra firme como una exploradora en el amargo trance
del descubrimiento.
La
poesía tiene que llover. El agua se desborda a ciencia cierta y es tradicional
(y tan amargo) que caiga
sobre
las personas en forma de otra forma, otro segmento metaforizado del índice
cotidiano
de calamidades (o la cotización bursátil del cántaro de sangre).
Jordan
viene a ser una poeta constante, atemoriza
al
género puesto en fila, disfruta de su condición de paria inmortal, de sus
trenzas y su brillo;
ha
empezado a leer El Libro Violeta de las Hadas.
*Se trata de un auténtico fragmento, elegido al
azar, de la obra de Henry Roth ‘Una estrella brilla sobre Mount Morris Park’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario