El campo ha completado una desviación típica, ¡ha vivido
tanto! Esta vegetación cuantifica la sequía, es el mundo
tras el huracán, tras la furia
desatada de las aglomeraciones.
culpable. Los amigos se agradecen los servicios prestados
y pasan a mejor vida, la familia
condena al destierro (como única misión). La gente pasea
por el Parque con la decepción instalada en el rostro, solo
los jóvenes tienen tiempo para desaparecer de la foto
familiar, para desvanecerse como ráfagas de luna.
rotas esculpidas en el sembrado, cosas extraterrestres
desperdigadas por ahí. Chicas de La India,
físicamente perfectas, sus ojos industriales forjados en
la fábrica del sol.
número 1.000 y vuelve a comenzar. Eternamente. En la
estantería de la biblioteca, en la librería
de la esquina, el libro florece a voluntad, por su propio
autismo literario, nadie lo toca, pero arma un paraíso de
soslayo a través de los tupidos ventanales.
la endemoniada red de corazones, lanzan el humo dulce de
la soledad,
son un recopilatorio de la tristeza del género humano.
como puzles animados, te rompen la cabeza en pensamientos
vacíos, ideas que fortalecen la teoría del todo. Hay
campo para siempre, su extensión es la de un universo
en forma de silla de montar, de membrana o, tal vez,
de niño abandonado.
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