Para la poesía, ya no tenemos palabras, nos duele este
lenguaje
transitorio, escarbamos en la guerra de nuestros antepasados,
vigilamos el cielo. Ya nos crujen
los verbos en las manos, la factoría produce un humo
ignorante,
desinformado.
como siempre, ausculta nuestra fantasía disfrazada de drástica
facultativa, se muestra hospitalaria,
no obstante.
recónditas y humildes, tropezando en las ascuas,
dominando nubes y contornos –Laura
es obediente, considerando la altura de su altura,
su meticulosa introspección.
bulle de privacidad y encanto, los ojos se adaptan a la
oscuridad y entrevén
tormentas azarosas.
inoperante, como haciendo gracia. Gracias a dios, la
belleza ha tomado las riendas de la profecía,
administra adjetivos y actos de fe. Algún día veremos la
luz.
Seguiremos hablando sin nada en la cabeza,
sin miedo a las estrellas que nos guardan.
un monstruo indescriptible que nos ensalza a cada paso,
escribe sus memorias. Pero ahora que lo hemos
olvidado todo ella nos observa desde su atalaya
y vuela hacia la conciencia que nos falta.
que padece enfermedades prosaicas y cree en el amor a
ojos cerrados.
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