Gaddis
en el retrovisor. Al escritor se le ven las costuras del oficio. Una
complejidad como el diluvio
de las
palabras graves, con sobrepeso, ¡ah!, lexicalizadas. A Jordan esa literatura le
da igual,
no la
conoce. No tiene mucho tiempo para abrir un libro. Pero ha leído
a
Danielewski y a toda su Familia. Y eso basta.
Es como
leer a Henry Roth a merced de una corriente salvaje. También con Roth es
suficiente.
El poeta
prefiere ser poeta para no tener que ser como el escritor, y como Gaddis.
Aunque nadie lo sea en realidad.
Nadie
como Gaddis. Es un decir. Se identifica el trabajo minucioso, la orfebrería y
la construcción
deliberada,
delicada, el largo plazo en el pensamiento de la obra, la férrea decisión de
ascender
a la
posteridad. Ser o no ser. Escritor. Gris entiende de literatura:
solo se
come los libros encuadernados en rústica. Es un decir.
Cuando
Jordan encontró al Arquitecto
éste le
enseñó su biblioteca pública preservada a fuego de la rapacidad de los poetas chiflados,
de los locos
en
general. Allí estaban Jeff Noon y el amigo Jim Dodge, Brautigan y Poe. El
fundamental Steve Earle.
Ella se
empapó de la cultura preapocalíptica
(era un
decir) y fue propagando la buena nueva, diseminando conocimiento y estilo por las
proximidades del parque,
su
región. En cuanto estuvo dispuesta, el Arquitecto, solemnemente, la coronó
Princesa del Ensanche, en presencia
del
Espejo y sus imágenes más queridas, sórdidos retratos de una vida interior.
Joyas.
Trenzas. La mirada de un replicante y el corazón de una bestia medicalizada
(tierna). Siempre
como
esperando el autobús municipal, con esa disposición
a la vez
intrascendente y religiosa. Sin tiempo para abrir un libro, aun saturada de
ciencia ficción y musicales de impacto.
Absorta
en la contemplación de su musculatura lírica, apenas indiciaria, las
posibilidades
ciertas,
abiertas de su corpus literario, la escrupulosa elección de referentes y musas.
Y una
solución corporativa.
Oh, ella
reluctante, opuesta y decisivamente
contraria
a la masa poética, la Poesía toda; su innata reacción negativa ante el efluvio
lírico y sus manantiales de hierba,
negándose,
pues, a ser parte de. Ninguna parte. Fijos los ojos en el letrero bajo el
letrero de la esquina,
su dinamismo
empresarial: ¡Grandes Almacenes Fulano de Tal! Infografía,
rótulo y
espacio entre caracteres, color y ampulosidad final. Diseño capitalizado a un buen
tipo de interés,
como en
los viejos tiempos.
Jordan
lee cualquier libro. Menos la biblia –es un decir–, que es demasiado pesado.
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