Pulir la tetera con sus tazas, sus
platillos de porcelana carísima, tomar
el té en el vagón restaurante; en esa
esquina tétrica del Parque con la Avenida donde se ligan los gramos
más puros de la marca, el verdadero
polvo de ángel, la subida sin estrés, el linchamiento
capcioso de la angustia y sus
quehaceres románticos; es como vender piezas
decorativas replicadas en la obra del
último minero espacial.
Con los ojos vidriosos y la copa de
vidrio; la naturaleza ante los ojos,
deliberadamente natural, hecha un
pastiche químico, el vertedero, la guinda basural del monte carmelo,
el extremo aritmético de la mejor
narrativa equilibrada.
Jordan ha sido captada en el momento
de. El humo era una humareda, la hierba
era un kilo de hierba prensada del
país, un rollo de césped artificial, una pradera americana, el humo era un
bisonte
enamorado, una pluma en el viento (Vurt).
La física de las emociones
en busca de un significado cegador.
Vienes por el círculo máximo de la traslación,
adviertes un horizonte
circular, una montaña rota por el
ábside. Los animales, los edificios, la ciudad a imagen de Escher y sus
filigranas
expresionistas, su escalera ominosa,
gomosa o gnóstica, el calibre, la escala virtual
de sus remesas gráficas. La nota es el
ascenso, el mismo cielo que supera la cantidad del aire,
incluye el ritmo granulado de la
piedra, esa novedad artesanal.
Vamos a la tienda y compramos la
tetera perdida, el objeto arqueológico, el no sé qué del siglo XXI,
la puridad del intelecto vendida y
fósil, fosilizada, líquida como el hielo que se deshace en la piel curtida del
amor. Jordan
va y contiene la respiración, es toda
aliento, es un ave mística,
dulce y repentina, y dulce.
Desde el vagón restaurante,
el campo es fruto de una suposición peculiar.
Hay teorías al respecto, poemas al respecto,
rimas punteadas por una legión de
regidores. Una muchacha aspira el rearme de las rosas, lleva la nieve en el
pelo,
tan blanca, y su vestido blanco es un
rayo de sol, sus labios tiene fe, pero no en el día de mañana,
es la fe del carbonero, que no guarda
distancia entre un ramo de sombras
arriesgadas y un juego de té
delicadamente imaginario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario