domingo, 24 de octubre de 2021

lo que haga falta

 

Toda verdad entraña un sinsentido. Incluso la belleza
oculta una carencia, vadea un bache de significado, un espacio entre Lyons y S..., un espacio
de duración variable, ajeno al ámbito
estrecho de la física.
 
Incluso su belleza es horizonte, galvaniza el alcance de la vista, nos orilla. Ahora
caminamos y ella camina, nuestros pasos
convergen en un punto cuya inmovilidad parafrasea el cambio, es de un tamaño exagerado,
líquido; cruje el último peldaño, es un proyecto vital sacado de un poema sobrenatural de Whitman,
aupado a la primera escena del desánimo coral (y su despiece).
 
Hacia el grado espiritual
del Parque, en ese claro infalible y cárdeno, otoñal, situado en plena
superficie del objeto exclusivo, oscilante, una voz constriñe la realidad y la puntúa,
organiza el pasado en salvas inoportunas y comportamientos
estables.
 
Ella fantasea con una clase de verdad
inanimada como un recordatorio, asida a la fragilidad del mundo, compite con las cosas por una bonificación
existencial; a veces dice la verdad y se sorprende, a veces tiene hambre y su voz
araña las paredes del futuro, se sube por los trenes,
parasita la marea general armada con su espray, su enredadera
y su falsa individualidad.
 
Y nada más que la verdad, el clímax
estadístico y la paciencia desmentida, los ojos invertidos de la noche, incluso su belleza y el Sindicato
del Arte, las correcciones del DJ y aquel verso final
tan afectado.




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