Es el amor, será el amor que avanza
desbordante, será que baila como los puntillistas del ballet.
Los ojos rojos del amor salen
pitando, cubren una nostalgia infinita, caprichosos velódromos, resultan
tan inminentes. Tan
exóticos como un Stradivarius, ah suenan al serio ruiseñor del campo,
y los sentimientos, siempre un cielo alquitranado detrás de cada plano de
la luz. Somos pobres
de ímpetu, experimentamos la nobleza del despecho, la sinrazón de la
melancolía, nuestros
Ángeles guardan un parecido con el Arte.
de milagro, dándole brillo al espacio, armando un puzzle de mil
piezas consagradas; capturado en un selfie acusador, catapultado al
lunático rictus del amanecer, directo
hacia el apeadero de la última noche
de insomnio.
fulge. Corre con la elegancia de una medallista de cien metros, una
gimnasta
del renacimiento.
―doble o nada―, un cazarrecompensas perseguido
por la sombra azul de un beso
y su humareda.
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