Hubo un momento en que parecía que el mundo tenía por delante
la delicada forma de la redención, un futuro. Y el tiempo
adoptaría una nueva sintaxis para redescubrirse, y el alma
señalaría la nueva autopista de la realidad.
divina y su casa hablaría por todos los nombres.
estableció la culpa como un destino prudente, liberó el color de las
montañas. Y nuestra voz
voló para siempre, y jamás se supo de su eco.
como
la buena caligrafía
―como
el tiempo que hace que―
tan
antigua como un acordeón
Un día como este, Emily
obró su recorrido con gesto adusto y un vestido arrogante, confabulada
con la aristocracia americana y otros descendientes del Jefe Crazy Horse,
Sioux de piel cobriza aclimatados al vértigo
y la sana orfandad del infinito.
decidido en el recuerdo, cuando el gran arsenal de fuegos
artificiales y bombas de napalm lucía su agotamiento, y el horror deslizaba su avispero de azules interiores
sobre la piel de la naturaleza, una inferioridad natural creaba su propio
hábitat de difuntos, su propia jerarquía.
sabe a cianuro y agente naranja, es un volcán negativo, la promesa
solemne de que nada ha cambiado.
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