miércoles, 1 de septiembre de 2021

lección de francés

 

A tres millas del campo, dentro de una minuciosa
forja de realidades, existe un orden mortuorio y estable, una franja de caza, único
rompecabezas. Allí el poema se desmonta solo porque no hay opiniones
que valgan.
 
Desautorizamos al rey, al reino, torpedeamos la maniobra
divina, no buscamos publicidad. En el Parque suceden pretensiones memorables, cuestiones
de actualidad que nos desactualizan de inmediato, desactivan
la nostalgia y el método.
 
El campo interviene poco, es como un bosque de Bolonia, una remodelación
caritativa de la industria decimonónica y sus pesares y sus escaleras de pintor
reumático. Tiene su puerta como
la puerta de Tannhäuser, como la puerta de Mauthausen y su escalera de la muerte. Hay peldaños
que resbalan de hierba, cortan la respiración.
 
Soportamos la lejanía mirando al cielo con pálida resignación; Laura
ha crecido unos centímetros desde que yace en un rincón propicio de la memoria,
desde que ha aprendido francés.
 
El Sol memoriza la noche en su horizonte, pero a nosotros
se nos olvida el primer verso, se nos olvida el Arte en su conjunto problemático, de la A a la Z,
sostenemos en vilo un desdoblamiento agotador.
 
No crean que vamos a escribir un diario
al uso; será profético y falso como una reproducción de la letra de Emily D. Ah, nuestro
vaticinio será el pozo de la ausencia, la cualidad de la montaña invisible, será
la micronesia de la historia, un orbe carismático; allí creceremos
hasta llegar a la gloriosa altura de sus ojos.



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