miércoles, 29 de septiembre de 2021

otro poema del sagrado corazón

 

Ella en su cama de más de uno noventa, su religión de más de un solo dios. Fingen
sus manos vicisitudes y gestos, su nombre finge la inacción del predicado, su misma inclusión
sonora ―qué impacto.
 
Tenemos cogido al lenguaje por la solapa, se le van cayendo letras cuando lo zarandeamos, se le caen
palabras y versos heptasílabos, se le caen las esdrújulas (porque pesan) y los pies
quebrados. Todo para ella, para que se sienta como en casa.
 
En el Parque hay Ángeles patrullando la desolación, gorriones
siempre hambrientos, esa clase de fauna principesca. Todo lo Real. Hoy ha pasado
el cadillac inmaculado del KRIT: es como un coche
fantasma, de su interior brotaba una música carcelaria.
 
Ella alcanza el arco iris si exagera la impronta; oh, lee a Juan Ramón
comparativamente, ojea otro poema hecho
trizas por el tiempo.
 
En el futuro, su sombra medirá tanto como la de un ciprés, ambas serán
mecidas por el viento.
 
Dicen que el Ángel es una androide, pura inteligencia
artificial al servicio del od/cio. Todos aman su altura y su ignorancia, su estilo y su forma de caminar. El verbo
alza la voz para nombrarla.
 
Los marcos de las puertas, la vajilla, la lavadora y el recibidor; un tamaño
completo para cada ocasión, para cada boca delirante. La televisión brillando por la noche como en poltergeist,
dando vida a la nostalgia, recuperando
cáscaras de amor del cubo de la basura. Y ese cuerpo replicante obrando su milagro
desde la residencia de su anciano corazón.


Oliver Clegg (2013)

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