viernes, 26 de febrero de 2021

intro

 

Destiny® se siente bien (se siente). Dicen que no tiene sentimientos. Hace
como que tiene sentimientos. Sus alas expresan
una contradicción semejante, pues no se ven. Sus dientes
mastican monedas de oro, sus labios trenzan el hormigón armado de las oraciones.
 
¿Cómo te sientes? Honrarás a tu padre y a tu madre, amarás al prójimo. Hay un cartel que exige
concentración, anuncia un concierto de Donna Missal: iremos de tiros largos, a sentirnos como
príncipes ariscos, como herejes
o héroes.
 
Ella tiene ganas. Sentimental. Tiene sus momentos
respetables. Quiere ser alguien, te mira arrobada con un mohín de triste
aturdimiento. Después de tanto amor se le han quitado las ganas, se ha tumbado en el sofá y escucha
música sacra (a Pomme), una triza del jazz que desciende
–parsimonioso– del cielo encapotado.
 
Las rosas son para sentir(las), agudizan los sentidos, el ingenio se disloca el astrágalo saltando concertinas
al filo de una aurora rosicler. Se lo rompe, mejor dicho, como Albertine.
Estamos diciendo en sueños, estamos
hablando de una sensación autosentida y coloquial, un multiverso de nada
metido con calzador en una pesadilla de andar por casa.
 
La calle ha confesado un corazón (¿o era satén?),
es como si al silencio le hubieran expedido un nuevo DNI. La mayoría
existe y es como si fueran tres o cuatro, no más. El espacio se atarea y da cabida. Destiny® se siente así
desde hace una eternidad.




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