lunes, 29 de junio de 2020

nada que decir


Ella conoce todas las palabras,
todas las respuestas,
todos los silencios. Por eso
renuncia, arrasa las cortinas del aire y vuela
y se desvanece.

Es el pájaro carpintero que canta y se demora, hace un alto en su trabajo
para comunicar un desperfecto, un temblor a la lumbre del hogar.

Es el arpa que bucea en el agua templada de las ensoñaciones,
hace un alto en su búsqueda, su atareada indiferencia, y cabalga.

Es la madera que edifica su nombre, rectifica un segundo de nostalgia,
que hace un alto en su estructura, recita esa línea maestra de los arquitectos.

Ella conoce todas las palabras,
juguetea, pestañea, bordea la cordura, atraviesa el mundo,
se abre paso a través de una espesa niebla de sonidos, un destello de señales
ingeniosas, una lengua de signos inventados.

Es la letra pequeña que se abre y se concentra en la profundidad
de sus raíces.

Es la noche que rodea las separaciones, los descansos, la repulsión de los imanes,
el varadero donde se abrasan los labios entornados.

Ella conoce el punto del silencio,
su ética revolucionaria, y se entrega a la frecuencia
sísmica de los últimos deseos. Sobrevuela la madeja insomne,
el parloteo febril de los amigos, la cantinela sorda de las madres.

Es la tormenta que resuelve con saña la soledad del cielo
y se perfila y se lanza como una mariposa terrible
sobre un rosario de lamentaciones.



sábado, 27 de junio de 2020

joe


Ahora el vacío es una pecera
ni siquiera espaciosa, una modesta campana de agua clara
como el abecedario ante la que el mar se inclina, las olas reducen su cabellera
vibrante.

Ejércitos de espuma sobrevuelan la noche, de fondo,
la metamorfosis ondea su vahído, se produce una personificación de la materia,
ojos que auscultan la ingratitud del paisaje, su pobreza
litúrgica; en la distancia, unos labios parten
hacia la salvación mecánica de su conciencia, deletrean su nombre:
a d i ó s.

Destiny protege el Parque, gira la manivela que abre las puertas del infierno que es,
sella el puente levadizo y los tiburones gatean su entusiasmo, su hambre funesta. El color
verde sombrea la sombra de los girasoles, la medida exacta del líquido que se pronuncia,
la quinta esencia o el condensado de Bose-Einstein
correspondiente.

Sobre la hierba,
formas exóticas de la vida en común, pájaros licenciosos, aves
con acento de Brooklyn, gatos como Don Gato y perros sin collar.

El Parque anuncia su portento, resulta demasiado compacto para desentonar entre la aristocracia,
obra su décima compañía teatral, rueda su película
sonámbula con Joe Pesci como especialista de lujo.

Cuando hay música, se escucha un latigueo
menudo, fracasado. El Rap ahonda en sus contradicciones, se parte en dos: el Hip y el Hop
cuentan, cada uno, una historia diferente. En medio de todo,
hay drogas y cuadros inacabados, está el grafiti del siglo. El vacío
es una manera de olvidarse, un recuerdo que vuelve
de la parte más bella del silencio.




jueves, 25 de junio de 2020

hay


Parece desierto, pero. Hay almas. Acurrucadas,
aéreas, formando un quebradero, un legado
en zigzag relampagueante.

Algunas curiosidades sobre las almas, que pueden:

             llevar una camisa
             perder un botón de la camisa
             sufrir amputaciones

Precisamente,
las almas son buenas conocedoras de las bellas artes. Poned un alma
frente a un caballete, un lienzo en blanco y observad
cómo realiza un voraz movimiento de pinceladas
y réplicas (que alguien podría definir como espasmódico) para dar a luz un espacio
museístico de intensa magnitud. Digamos un episodio carnal
semejante a un simulacro de Bacon (nunca un paisaje de Constable), arlequín demediado,
fantasma en el vacío de Schiele,
vigoroso átomo en Basquiat.

Incluso sobrecogedoras. El desierto
languidece sin ellas, sin ellas
solo es una línea de diálogo en el horizonte, un glacial de vacaciones, la taiga dominante,
una ladera de la gran Armenia
con sus rebaños ausentes, su hierba inmaculada.

Acaso vuelen o planeen acciones. Acaso rueden por el aire como gotas
de lluvia, escalen la gravedad del cielo o se lancen en paracaídas sobre la arena
durmiente. Solo los Ángeles las clasifican,
autorizan viajes y conceden visados,
solo los Ángeles desertizan el mundo para ellas.



martes, 23 de junio de 2020

el mundo (de otro modo)


El mundo es el final de la belleza;
todo lo que no existe, eso es el mundo,
toda la luz que cabe en un segundo,
toda la vida que a morir empieza.

Bajamos por las anchas avenidas
con los puños en alto, somos bellos,
nuestras vidas importan, nuestras vidas
importan la mitad que las de ellos.

Decimos la verdad, no nos callamos,
alzamos los martillos y las hoces
porque somos obreros de mil ramos
y llevamos la sangre en nuestras voces.

El mundo es el final y es el camino,
la vía que recorre nuestros sueños,
por él viajamos solos, sin destino,
contando el tiempo del que somos dueños.

Nuestro arte es la piel, negra y perfecta,
bruñida por el sol en sus talleres,
la inmensa claridad que se proyecta
desde nuestro taller de amaneceres.

Bordamos la bandera de la forma,
somos una manera de otro modo,
nuestro verso se sale de la norma,
es un silencio que lo dice todo.

El mundo es el final, la luz se para,
todo lo que no existe, la hermosura,
aquel vivo color que el cielo alzara,
se interna en un convento de clausura.

Llevamos la razón como un escudo
contra la eternidad y sus chantajes
y se nos hace en la garganta un nudo
de tanto descubrir nuevos lenguajes.

Son gajes del oficio, nuestro oficio.
Artesanos que somos de la pena,
prestamos por amor este servicio,
lo nuestro es trabajar por cuenta ajena.

El mundo es el final y, ciertamente,
parece de verdad cuando es mentira,
cuando no existe sino en nuestra mente
y solo en ella eternamente gira.



viernes, 19 de junio de 2020

the ecology


La ciudad se abre al vértigo, la marea indetectable,
sordo céfiro lejano. Bajo los edificios, se edifican historias, remontan los espectros,
aumenta la frecuencia de contacto, un movimiento religioso, simple; está en los saltos de los niños,
su griterío elástico, su fantasía
pormenorizada.

No existe otra palabra: el prodigio ascendente, ¡la rubedo! El milagro
perdura en el imaginario selectivo, la trastienda de la intelectualidad. Los filósofos se adentran
en el ánimo de una generación, voltean las referencias anteriores,
sacan a subasta la piedad del mundo.

Ella ha realizado una obra general, realmente única,
acto unánime y victorioso. El triunfo sobre el porvenir es lo que cuenta, lo que no augura
sufrimiento. Es como bajar al muelle y respetar el balanceo rítmico de las embarcaciones, su lenguaje
zonal, como dejarse llevar por el olor del mar y la suave pestilencia de las redes,
entregarse al drama de la pesca; como desentenderse de la gracia,
surgir y mantenerse en la pelea, otear las altas cumbres
desde la serenidad del río que festeja su hondura.

Lo contrario a la necesidad, lo opuesto a la inocencia, lo anómalo,
la nada frente al vacío generador de espacio resistente, campos neumáticos, una geografía del alma.
Habrá montañas (y habrán nacido de la arena). Romperá las calles una belleza
(al)química y peligrosa, y llevará los labios pintados, una pincelada de orgullo.

Ella ha dibujado su cuerpo contra la violencia
artística, contra la definición del éxtasis. Oh, será editada por partes:
primero los ojos, primero los dedos de los pies, primero las piernas invariables, la melena
discreta, toda esa naturaleza
de la que no se puede hablar. Toda esa lejanía victoriosa.



miércoles, 17 de junio de 2020

la canción del verano es un poema genial


Todos quieren cantar con Lucky Daye, es el Cantante de Góspel. En la calle brillan los colores
de la nación, amanece un séptimo día cualquiera y las aceras
van a llenarse de pisadas enérgicas, zapatillas azules y blancas, grises como un cielo
pesimista. Hoy, los letreros luminosos aparecen cegados por una luz
superior, se produce un contraste medicalizado, hepático.

Miles de personas poseídas por un viejo cansancio, partidarias del ajuste fino de la justicia
social, aquel presentimiento. Miles de bellezas
individuales contenidas en un sola idea, un vistazo al infierno
de la realidad.

Estamos destituyéndonos la ley, desarmando a la policía,
desamando a nuestros amados dioses. Solo queremos Ángeles de belleza inocente, seres
limpios y capaces, ávidos corceles galopando llanuras
industriales, nuevas voces felices como el eco del vacío verdadero.

Ahora, el Ángel ha contribuido a la ortodoxia, ha mortificado su imperio,
rodilla en tierra, ha servido a la comunidad. Ahora leemos los libros importantes,
los poemas de barro, atendemos a la Historia y sus procesos, combatimos al ritmo de la filosofía.

Sonreímos a la placa base del sistema, hemos permitido
un acceso directo a la verdad, soñamos con el vértigo y anotamos versos de Emily D. en las firmes
columnas del índice nikkei, destacamos entre el polvo de las revelaciones;
nuestra fortaleza es un cartel amarillo, una estrella insegura, nuestro color es el aire,
nuestra respiración oscila entre la salud y el protocolo
del apocalipsis.

Entonamos a coro la vecindad del fuego; todos queremos cantar. Todos somos
conscientes del próximo milagro. Esta mañana somos miles en el mundo. El futuro
será nuestra canción del verano.



martes, 16 de junio de 2020

como es la sangre


Sangre por todas partes, roja y pura,
y cada vez más crónica y más roja,
más fresca, más espesa, más oscura
y más del corazón que se le antoja.

Sangre de todo el cuerpo, sangre viva,
esquivando la muerte a borbotones,
en busca del aliento que la esquiva
como un ciego detrás de sus visiones.

Sangre de la manera en que se muere,
cuando se exhala el estertor profundo
y el aire es un relámpago que quiere
reducir a cenizas todo el mundo.

Sangre como es la sangre, luz de fresa
que ilumina la noche en carne y hueso,
ligera como un alma que no pesa
pero inclina la tierra con su peso.

Sangre que es un silencio en desbandada,
chorro de voz que irrumpe en el vacío,
fundidos el fragor de la riada
y el rumoroso pálpito del río.

Sangre que deambula por los ojos
e inunda los recuerdos de futuro.
De pronto, los colores son más rojos
y el blanco de los ojos, más oscuro.



sábado, 13 de junio de 2020

disolución


Considerando:

             que la Poesía atiende por su nombre y se confunde
con ciertas camadas ambiciosas, ciertos contundentes pesos muertos; que su constitución
es la de un ente autónomo –fardo unánime– y su profundidad
responde a la relación establecida entre creyentes y orgullosos detractores.

             Que la Literatura registra un campo semejante
al de la física de partículas, particularmente en su faceta multidimensional, y sus maestros pintores,
sus poetas, son correlatos artísticos
del físico de cuerdas y su disciplina etérea y narcisista.

Hay un infinito señalizado y consciente que mora en el interior de las ecuaciones
más conservadoras o menos alegres de la matemática (∞); se le distingue por su larga ausencia
o por la longitud de sus metáforas en general, la simpatía que despierta entre sus congéneres,
tal vez por su resistencia a las adversidades
académicas.

Existe un dios de torso
atlético. Su corazón soporta anginas de pecho –la angustia
entera de la humanidad corrupta–, su letra con sangre
entra, su mano es como un eje de hierro futurista. Poseer un autógrafo suyo,
hacerse con su rúbrica láser en la feria del libro, asistir a alguna de sus representaciones milagrosas,
ser decapitado por un Ángel vengador… Facetas de su personalidad
arrolladora, como ser fulminado por un rayo o sustituir a Job en el cadalso perfecto.

             Que los versos descritos hic et nunc son todos merecedores de suculentos
premios que habrá que investigar. Que la sangre no sirve para la firma,
solo para la forma. Que debe haber un Arte, pero se desconoce.



lunes, 8 de junio de 2020

la vida de las plantas


De extremo a extremo, la Avenida se pronuncia sin número,
innumerable y caótica; los autos son el problema: coches fantasma. La ciudad
crece vertical como un monolito, una pirámide, un puño levantado.

Recorrer las calles resulta
tremendamente impetuoso, es un reflejo como el de la rodilla bajo el martillo
terapéutico, el calambre infantil de impulso estético,
la corriente alterna, su majestad el Electroshock.

Ángeles patrullan las intersecciones e interaccionan con la población,
sus apariciones marcianas se cuentan por desastres naturales, por milagros
y asesinatos múltiples. Será porque sus manos son de hierro forjado y sus ojos despiden
munición caducada, y sus alas se abaten como
katanas de Hattori Hanzo.

La policía está para el espectáculo del abuso
de poder, su bullying para todos los públicos, su racismo y su libre xenofobia. Xenocidas como Ender,
agentes de la realidad.

Virtualmente, el poema resiste en su divisadero,
proporciona excusas deficientes, sigue abierto hasta el anochecer, es la expendeduría, estación termini
del contrabando y la filantropía mal entendida. El verso quema entre las manos,
conduce a una experiencia cercana a la vida de las plantas.

Deprisa y sin mirarnos en los escaparates
apedreados, sin reconocernos en el espejo del tocador, nos adornamos con el maquillaje
de las estrellas; oh, cantamos victoria afónicos y todo,
aun escupiendo sangre,
cantamos.


domingo, 7 de junio de 2020

en pie


¿De qué sirve la vida si no puedes ser libre?
(Jean “Stevie” Stevenson, April Sinclair)


Rodilla en tierra nos hacemos fuertes,
firmes como el ciprés alzamos juntos
–en homenaje a nuestras propias muertes–
nuestro esforzado oficio de difuntos.

Rodilla en tierra frente al odio alzamos
nuestros puños cerrados a conciencia,
porque dios está muerto y somos amos
de nuestra voluntad y nuestra herencia.

Cogidos de la mano, como antes,
marchamos bajo el sol que nos calcina
y somos fieros rayos calcinantes
bajo la helada lluvia cristalina.

Unidos a la sombra floreciente,
histórica y coral de tantas cruces,
vamos donde nos lleva la corriente,
orfebres de otro siglo de las luces.

Seguimos la corriente de la Historia,
su causa general, su ley de hierro,
nuestro arte no tiene escapatoria,
se debe a la memoria y el destierro.

Rodilla en tierra somos, más que nunca,
un solo cuerpo, un sólido organismo,
un horizonte que jamás se trunca
porque su límite es el mundo mismo.


sábado, 6 de junio de 2020

la mínima extensión desangelada


Rodilla en tierra, sobre el campo que se extiende irracional y eterno,
una república de halcones, un océano de sangre, un territorio ajeno. Ciudades
salpicadas de cementerios blancos, mármol crucificado. Marchamos y nos dejamos caer
como inacabadas letras, poemas sin fondo, somos granizo golpeando
la frente del destino, un saco de vergüenza a hombros de la noche.

Rodilla en tierra. Radicales como sombras ateridas, gargantas
laceradas, piel que sufre. Recordamos el aire cuando el aire era un baño de sol escalofriante;
ah, se trataba de dar vida a la vida, de adivinar el canto de los árboles, la altura constante de los muros,
el desarrollo elegante del abismo.

Recorremos con la vista el mismo campo, la misma extensión inmaculada,
glacial, el mismo conglomerado de oscuras intenciones, el recinto de la consternación. Llegamos
por tierra, por mar, por el aire llegan nuestras almas encadenadas al sueño, bajo la tierra
acuden nuestros sueños con un saco de huesos a la espalda.

Hay un retorno, sucede. De vuelta a la apariencia, el espejismo cotidiano, la voluntad de ser
idénticos a los hombres, iguales a las mujeres, a los niños, a las niñas que profesan una ilusión
bien aprendida. Tenemos la forma pero nos falta una chispa de ingenio, nos falta el nervio que articule
nuestra rebeldía, el medio equilibrado para la revuelta, el término adecuado a la Revolución.

It’s a Riot. Somos los chicos malos que queman autobuses
segregados, las chicas que se disparan a la salida de la iglesia; somos los que siembran
de cadáveres el cielo y niegan la venida del Ángel.

Rodilla en tierra. Nada puede más que el milagro; el milagro es nuestra sangre, la filiación de la derrota,
el ansia putrefacta que nos reconcome. El milagro es la saciedad, el hambre que atormenta, la sed
desorientada, la sombra escuálida de una sombra, negra y vacilante,
oscura como un atardecer sin magisterio, como un espacio sin tiempo. Oh, volvemos a los orígenes,
situamos nuestra escuela en la cima del mundo, soportamos el hielo bajo nuestras plantas,
soñamos con los monstruos decisivos: nuestros pobres hijos muertos
en ningún campo de batalla.



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