martes, 6 de abril de 2021

testigos del amor

 

Para la poesía, ya no tenemos palabras, nos duele este lenguaje
transitorio, escarbamos en la guerra de nuestros antepasados, vigilamos el cielo. Ya nos crujen
los verbos en las manos, la factoría produce un humo ignorante,
desinformado.
 
Andamos preocupados por el Ángel de turno; Destiny® finge
como siempre, ausculta nuestra fantasía disfrazada de drástica facultativa, se muestra hospitalaria,
no obstante.
 
Hay Musas en este universo (¡hey!), las hemos visto,
recónditas y humildes, tropezando en las ascuas, dominando nubes y contornos –Laura
es obediente, considerando la altura de su altura,
su meticulosa introspección.
 
En el poema sale el Sol, hace calor entre líneas, la paja conduce al trono del significado, la caverna
bulle de privacidad y encanto, los ojos se adaptan a la oscuridad y entrevén
tormentas azarosas.
 
Fuera del verso, el Arte ha reiniciado su sistema, se comporta de forma
inoperante, como haciendo gracia. Gracias a dios, la belleza ha tomado las riendas de la profecía,
administra adjetivos y actos de fe. Algún día veremos la luz.
Seguiremos hablando sin nada en la cabeza,
sin miedo a las estrellas que nos guardan.
 
Ah, creamos el don, nos atosiga desde la infancia, hemos creado
un monstruo indescriptible que nos ensalza a cada paso, escribe sus memorias. Pero ahora que lo hemos
olvidado todo ella nos observa desde su atalaya
y vuela hacia la conciencia que nos falta.
 
Ahora somos testigos, público apenas, meritorios en la plaza del milagro, gente
que padece enfermedades prosaicas y cree en el amor a ojos cerrados.



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